El azote Wert, como un Cid Campeador, campa a sus anchas en plena reconquista, ahora por el patrimonio de todos: la educación. Pero no es sólo él: es el Gobierno que le mantiene y le da alas. Lo tienen claro: el adoctrinamiento empieza por abajo, por los más vulnerables, los que menos defensas tienen, por las esponjas que observan, escuchan y, finalmente, imitan. Los ciudadanos libres son demasiado peligrosos y, peor aún, contagiosos para su estrategia, que no es otra que idiotizar para perpetuarse en un poder y tapar a los inteligentes que pudieran hacerles sombra. No quieren ciudadanos libres ni ahora ni en el futuro y para ello la educación es crucial. Animan a los bien cualificados a marcharse lejos y, a los que se quedan, les alienan. Creen que ese poder que reciben cada cuatro años, a modo de contrato temporal, es patrimonio privado, indefinido, tanto como sus ideas, como sus casas, sus coches privados y oficiales, su capital y, cómo no, sus medios de comunicación, de los que ya se han apoderado sin complejos.
Mañana es 15S, un nuevo impulso, un latido. Todavía. Hay que decir basta.
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