Apareció una chance en Buenos Aires. Hay dos clubes: River o Independiente”. Tenía 16 años y, en las polvorientas calles de Ledesma, soltó una respuesta contundente. “River, ni pensarlo”, le dijo a su DT en el pueblo jujeño. Rápido y furioso, aprobó el parcial ante el eterno Delem y voló de la Sexta a Primera. Nada pudo frenarlo. Ni las patadas del Loco Enrique en los ensayos. El 14 de diciembre de 1991, la historia filmó su estreno en River. El resto del rodaje ya es conocido. Con su gambeta compulsiva, Ariel Ortega se hizo grito y símbolo millonario. Siempre, con la esencia futbolera más pura. “Lo mío es gambetear, sentir la pelota en los pies y darme cuenta de que los rivales quedan atrás”.