Revista Baloncesto

El banquillo da una vida extra a los Celtics

Publicado el 11 junio 2010 por Héctor
El banquillo da una vida extra a los Celtics(Foto: Ronald Martinez/NBAE via Getty Images)

BOSTON CELTICS 96 - 89 LOS ANGELES LAKERS
Qué difícil va a ser este año otorgar el premio de MVP de las Finales. Es complicado recordar en las últimas temporadas unas series finales con un protagonismo tan coral como las que estamos presenciando, en las que en cada partido sale a la palestra un protagonista -más o menos esperado- que acapara toda la atención. Anoche fue el turno de los suplentes de Boston, que hasta ahora habían cumplido bien su papel pero sin avasallar a sus homólogos de L.A., criticados por todo el mundo como uno de los peores banquillos de toda la NBA.
Era un partido vital el de anoche. Después de la victoria angelina en el tercer partido, un triunfo de los Celtics se antojaba imprescindible para que la serie tuviera emoción y no estuviera prácticamente decantada. Con ese espíritu salieron los locales, de la mano de un Paul Pierce al que se le reclamaba más protagonismo después de estar casi desaparecido en los tres primeros partidos. El capitán verde tiró de repertorio a pesar de la asfixiante defensa de Ron Artest, y sus diez puntos en el cuarto inicial (acabó con 19 puntos y 6 rebotes) fueron lo más destacado de un encuentro que comenzó a un ritmo vertiginoso a pesar de lo corto del marcador. Esta vez los árbitrios estuvieron más comedidos de lo habitual, y ningún jugador importante (excepto Derek Fisher) tuvo que visitar el banquillo prematuramente con problemas de faltas.
La réplica angelina en ese primer cuarto la dio Pau Gasol (21 puntos y 6 rebotes). El pívot de Sant Boi entró en calor con dos tiros de media distancia, y su importancia volvió a ser capital en el juego de Los Angeles. Mucho más después de los problemas físicos de Andrew Bynum, que sólo pudo jugar 12 minutos con molestias en su rodilla. Su ausencia fue clave en la segunda mitad, y veremos hasta qué punto condiciona en el resto de eliminatoria. 
El primer atisbo de brillo de los suplentes célticos fue un triple de Nate Robinson que cerraba el parcial del primer cuarto con 19-16 a favor de los locales. El segundo periodo empezó con un bonito intercambio de canastas entre los secundarios de ambos equipos. Robinson (12 puntos) clavaba otro triple, y Glen Davis empezaba su recital con un 2+1 marca de la casa. En los Lakers respondían Jordan Farmar con otro lanzamiento de tres y Shannon Brown con otra canasta más adicional. Ambos equipos parecían copiarse el uno al otro. La tónica de igualdad se mantuvo hasta que apareció Kobe Bryant con ocho puntos consecutivos para dar a los Lakers un colchón de +7 que parecía un mundo dado el equilibrio dominante. En ese punto, Boston parecía algo perdido, pero un contragolpe culminado por Rajon Rondo (anoche discreto en el tiro -5 de 15- para 10 puntos) y un buzzer beater "psicológico" de Kevin Garnett (13 puntos y 6 rebotes) sobre la bocina del segundo cuarto volvieron a dar vida a unos Celtics que sin hacer demasiado se marchaban al descanso perdiendo sólo por tres puntos (42-45).
Después del descanso se confirmaban los peores presagios en Los Angeles. Bynum empezó la segunda mitad siendo tratado de la rodilla en el vestuario, y su puesto lo ocupó un Lamar Odom (10 puntos y 7 rebotes) desaparecido en ataque y especialmente en defensa. Aún así, a los Lakers se les veía jugar con la tranquilidad que otorga saber de su ventaja en la serie y de su calidad en los momentos apretados. Todo lo contrario que Boston, que pecaba de precipitación y de ansiedad en demasiadas ocasiones. Kobe seguía intratable desde más allá del arco (6 de 11 en triples para 33 puntos y 6 rebotes), y Fisher se inventaba un par de canastas al estilo de las del pasado martes. En los Celtics, sólo Kendrick Perkins parecía no estar haciendo la siesta, y sus canastas en la pintura mantuvieron el partido igualado. Garnett apareció en el final del cuarto ante la testimonial defensa de Odom, y convirtió un par de tiros decisivos para que el encuentro se marchara casi en tablas al último cuarto (60-62).
Y ese último periodo fue propiedad de los role players de los Celtics. Doc Rivers arriesgó con un quinteto en el que a Ray Allen (otra vez negado desde el triple -0 de 4-, acabó con 12 puntos) le acompañaban Nate Robinson, Glen Davis, Tony Allen y Rasheed Wallace, todos ellos contra el quinteto de lujo de los Lakers. En los visitantes Gasol empezaba a acusar el cansancio por los minutos acumulados, a Kobe se le empezaban a quedar cortos los triples y Odom y Artest continuaban su particular calvario en ataque. Sin embargo, Boston encontró en sus suplentes ese puntito extra que otorga salirse de un guión encorsetado y sacar provecho de la anarquía. A Nate Robinson se le puede achacar el no saber jugar los sistemas de ataque, pero es innegable su descaro y su tesón por jugársela siempre. Anoche, haciendo la guerra por su cuenta, sacó de sus casillas a los Lakers y encendió al público. Por su parte, Tony Allen se dejó la piel para que Kobe no recibiera en buenas condiciones, y Rasheed aportó su granito de arena con una gran defensa sobre Gasol y un triple frontal que ponía tierra de por medio en el electrónico. Pero si hay que destacar a alguien anoche, sin duda es a Glen Davis. Big Baby anotó 9 de sus 18 puntos en el periodo final, siendo el jugador más decisivo. Resultaba épico contemplar como peleaba cada rebote en ataque, como se fajaba en cada contacto y como sacaba a relucir su calidad para conseguir canastas que parecían imposibles. Su jugada de canasta y tiro adicional para culminar una contra fue el momento álgido de este jugador cuya importancia crece a pasos agigantados. Después de esa acción, su gesto de rabia -incluso echando literalmente espuma por la boca- ejemplifica a la perfección la personalidad de los Orgullosos Verdes: un equipo que nunca se rinde.
Así pues, Boston mantuvo a cuatro suplentes en pista hasta los dos minutos finales de partido. Para entonces, su ventaja rondaba la decena de puntos, y los Lakers parecían no tener respuesta. Rivers sacó de nuevo a Garnett, Rondo y Pierce, y este último se dedicó a poner la puntilla -con una canasta y los tiros libres que cerraban el marcador- a un encuentro que vuelve a dejar la eliminatoria igualada. Este 2-2 es el guión soñado por todos, una serie equilibrada que nos asegura al menos otro partido en Los Angeles. El domingo, los Celtics se despiden del TD Banknorth Garden por esta temporada, y seguro que su público rugirá más que nunca para que Boston se vaya a California con ventaja en la eliminatoria. Será un partido que no nos podremos perder.

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