El Bar Barcelona, un restaurante con solidez
El Bar Barcelona es uno de esos restaurantes que se ha ido creando una reputación poco a poco, sin eventos, sin fiestas. Nada de efervescencia que le haya hecho subir hasta el cielo para luego tener una caída más o menos en picado. Ha sido constante en su oferta pero no ha dejado de evolucionar de forma natural, sin dar pasos de gigante. De esta forma, es un lugar discreto donde comer muy bien platos de toda la vida, con un toque de innovación y basándose en un buen producto.
Ya lo había visitado hace unos meses y me sorprendió precisamente por esa discreción de la que os hablaba. El local, en una esquina del eixample no llama especialmente la atención desde la calle, pero al entrar se percibe un ambiente cálido, tranquilo y profesional.
Sigue al frente Sergi Giménez, Sumiller, y en la cocina encontramos a Ramón del Río. Panameño y apasionado de la cocina, es ahora quién lidera los fogones en este restaurante después de haber pasado por Can Jubany, Gaig o el Nial de Esterri d'Àneu. Allí, en la cocina, Ramón se explaya, busca nuevas fórmulas para ofrecer nuevos sabores, pero no olvida la cocina tradicional, que es la base sobre la que trabaja.
Su inspiración es muy simple: aquello que le gusta. De esta forma, Ramón, con 34 años pero con una carrera de 16 dedicada a la profesión les da un toque personal a los platos sin casi transformalos. Lo suficiente para que te llamen la atención.
Esta mezcla de tradición, modernidad y cocina internacional se percibe en platos como su escalivada con jamón de pato hecho en casa y aceite de bergamota; en su ceviche de vieria con leche de tigre, cilantro y granada; o en su foie poêle con tierra de butifarra negra y kumcat. Lo de aquí y lo del resto del mundo.
Hay otros clásicos que no se tocan. No es necesario. Sus croquetas de pollo rustido son un buen ejemplo de mantener en carta lo que gusta. En ellas se aprecia una buena fritura fruto de la experiencia de Ramón adquirida en un restaurante especializado en esta técnica. Con ellas, quiere realzar el frito y acabar con su estigma. Otra buena propuesta es un buen cochinillo con el que si hace un guiño al añadirle oreja de juda especiada que, por cierto, le sienta genial.
El postre no se salva, y podemos encontrar, entre otras propuestas, un borracho con crema quemada de fruta de la pasión y helado de vainilla. Eso sí, el ron, añejo.
Para acompañar seguimos encontrando una carta de vinos muy interesante con más de 90 referencias, seguramente una consecuencia de la pasión de Sergi Giménez. Como buen sumiller, todo le parece poco, por suerte para nosotros. Así encontramos vinos que nos resultan conocidos pero otros que son poco habituales, dándonos la oportunidad de probarlos.
Pero a Ramón lo que más le gusta cocinar son los guisos de toda la vida y los arroces. No se cómo le saldrán, preveo que seguramente serán más que correctos basándome en la degustación hecha. Con esta afirmación, me despierta el gusanillo a estar pendiente de su menú y aprovechar algún día en los que haya incorporado uno de estos platos para ir a probar.
Por cierto y para los amantes del queso, El Bar Barcelona sigue ofreciendo su carro con lo mejorcito de Europa, incluyendo un Comté reserva 18 meses, un pecorino cubierto de hollejo de uva Rosso Conero y una gorgonzola con D. O. P. que yo no puede aprovechar.
@elbarbcn un restaurante que mantiene su solidez Click to Tweet