Allí aún ardía el fuego que la señorita Adele, la criada de los Anderson, se había ocupado de encender para la cena.Recorrió la estancia con la vista y ésta reparó en un baúl. En el baúl que tan poderosamente había llamado su atención los días anteriores.Era un baúl de madera clara con incrustaciones en nácar que formaban motivos florales. Sobre la tapa había, también incrustadas, las siluetas de dos personajes: un hombre y una mujer que parecían patinar amorosamente sobre hielo rodeados de flores primaverales.

De fondo, Eleine, parecía escuchar el sonido de unos lejanos galopes de caballo y el friccionar de las cuchillas de los patines sobre el hielo describiendo tirabuzones sobre el agua helada del estanque.De pronto, un sonido seco desdibujó los pensamientos de Eleine arrojándola súbitamente a la realidad; alguien había entrado en el comedor a aquellas horas intempestivas de la noche y la había arrancado para siempre de su inconsolable nostalgia.