Revista Opinión

El Belén se queda sin la mula y el buey

Publicado el 23 noviembre 2012 por Carmentxu

El post se me quedó perdido entre las sombras cuando Endesa decidió que había estado alumbrándome por demasiado tiempo y por encima de mis posibilidades, aunque pagara religiosamente, muy religiosamente, mis facturas. Y decidió dejar sin luz al vecindario durante unas horas. No hubo supernovas ni estrellas fugaces que pudieran traspasar la negrura de la noche. Sólo una aplicación-linterna en el móvil me separaba de la Edad Media.

Es tanto el horror, la injusticia, el dolor infligido que hoy, ayer, mañana, quería desengrasar con una información que se coló en las primeras páginas de los medios dejando atrás otras de más calado y decisivas, de esas importantes que se dicen con la boca pequeña por aquello de la pluralidad. Se trata de un trabajo de exhaustiva investigación llevado a cabo por uno de los más conocidos teólogos de nuestra época, hombre de Dios en la Tierra y de los poderosos en las ciénagas. Benedicto XVI, nombre artístico de Joseph Aloisius Ratzinger, ha deconstruido el Belén hasta dejarlo en la mínima expresión.

Benedicto XVI acaba de quitar el calor de los animales (en su último libro afirma que no existieron ni mula ni buey en el portal de Belén). También ha apagado la luz de la estrella cambiándola por la más halógena de una supernova, un término mucho más científico pero que le quita la poca poesía que pudiera tener la visión de una familia desahuciada malpariendo en un cochambroso establo por no encontrar solidaridad ni tener un colchón familiar o de amigos que les permitiera esquivar, aunque fuera por una noche, la crisis económica, financiera y social que sin duda asolaba esas tierras allá por el año de Cristo. Benedicto deja tranquilos a los Reyes Magos, aunque ya sin estrella que guiara sus pasos, no hace falta ser un lince para imaginarlos perdidos por el desierto entre divagaciones varias y vertiginosos cambios de humor.

Deconstruyendo Belén
Lo que sí parece ser una verdad irrefutable de toda esta historia, una presencia que sobrepasa los tiempos y que no ha sido rebatida por nadie, es la existencia del caganer. Y es que siempre ha habido indignados. Nos creemos muy modernos y avanzados, pero dada la certeza de la virginidad de María, cabe pensar que ya se practicaban con éxito los partos por cesárea y los embarazos inducidos por el poder inconmensurable de la mente y el aleteo de las palomas.


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