¿Quién no ha oído hablar de la obtención de biodiésel a partir de algas?
Grandes empresas del sector petroquímico anuncian o han anunciado en prensa, radio y televisión que están investigando en este campo porque les preocupa mucho el planeta, pero... ¿realmente los resultados obtenidos permiten albergar tanto optimismo como para pensar que servirán para remediar la creciente escasez de combustibles fósiles, especialmente del petróleo crudo del que tanto depende nuestra economía para seguir creciendo?.
Post “peak oil”
La década pasada se produjo el “peak oil” a nivel global, así que ahora estamos en la fase post “peak oil”. El año exacto no está claro porque los expertos no se ponen de acuerdo, y tampoco es tan importante si fue un año antes o uno después. La agencia internacional de la energía, AIE, considera que fue el año 2006, en cualquier caso la era del petróleo barato es historia y ha comenzado el descenso de la curva de Hubbert. Cada día que pasa es más caro y contaminante obtener crudo, con decrecientes tasas de retorno energético, TRE o EROEI por sus siglas en inglés, con problemas cada vez mayores a la hora de extraer petróleo en aguas profundas, el año pasado tuvimos el desastre de la “Deepwater horizon” como ejemplo. Otro tremendo desastre ecológico es hacer económicamente rentables las arenas asfálticas del Canadá que para obtener el equivalente a un barril de petróleo (159 l.) deben procesar unas 2 toneladas de estas arenas.
Biocombustibles como alternativa
Todas estas cosas y varias más han forzado la búsqueda de nuevas fuentes de energía que puedan cumplir un papel similar al de los combustibles fósiles. Una de las pocas soluciones ya probadas y efectivas la pude observar cuando viajé a Brasil, allí las gasolineras ofrecen “álcool” procedente en su mayoría del aprovechamiento de la caña de azúcar desde hace décadas, en este sentido, la brasileña es la única experiencia exitosa del mundo (con TRE > 1), pero es muy difícil trasladarla a otros países aunque aquí también empiezan a verse coches que repostan bioetanol procedente mayormente de cultivos de remolacha y de cereal como el trigo y la cebada. Otra alternativa en este sentido son los biocombustibles para motores diésel, algo que tampoco es nuevo y donde entran en escena varios productos agrícolas: colza, soja, girasol, aceite de palma, etc. El caso es que estos cultivos no se adaptan bien a cualquier condición edafoclimática y como es bien sabido deben competir con el mercado alimentario de estos mismos cultivos de los que muchas naciones son deficitarias, por lo que sin subvenciones, ayudas y condiciones especiales a los agricultores no les suele resultar interesante cultivar con el fin de obtener energía.
Algas como materia prima para la obtención de biodiésel
Es en este punto donde aparecen las algas como una buena solución para obtener aceites vegetales aprovechables para obtener biodiésel ya que pueden producir bastante más aceite por superficie que cualquiera de los cultivos agrícolas. La base de esta biotecnología consiste en cultivar algas microscópicas que pueden ser propias de aguas dulces, saladas o salobres, y siempre con alto contenido en lípidos. La producción depende fundamentalmente de la iluminación, los nutrientes y del bombeo a bajo coste de dióxido de carbono, por esto el diseño de recipientes adecuados es una parte importante en estos desarrollos tecnológicos porque hay que mover las algas en el recipiente para que reciban la exposición adecuada a la luz solar, aunque ese movimiento cuesta energía, una solución más barata es cultivar en aguas estancadas, pero eso tiene otro problema porque el agua se evapora.
Ahora, buscando el rendimiento óptimo, se tiende a diseñar reactores cerrados. Los cultivos de microalgas pueden doblar su tamaño en cuestión de horas, y producen más biodiésel por unidad de superficie que los cultivos terrestres. La mitad o más de la biomasa en peso seco de estas algas está compuesta de aceite, mientras que en las palmas viene a ser la quinta parte. Además del bioetanol y el biodiésel están los biocombustibles para la aviación, en dónde las algas son muy prometedoras.
Otro asunto es cómo obtener algas con mayor contenido en lípidos o mejor adaptadas a vivir en los fotorreactores. En esta línea de trabajo está trabajando Synthetic Genomics empresa del famoso gurú de la biología Craig Venter, junto con la petrolera ExxonMobil. Mediante técnicas de ingeniería genética están obteniendo mejores cepas de algas en las instalaciones invernadero de La Jolla, California (USA).
Los test que están haciendo permitirán saber si el fuel de algas puede ir más allá de los laboratorios y ser producido a escala industrial. Synthetic Genomics ha aislado numerosas cepas de algas como candidatas para estos proyectos. En nuestro país la petrolera Repsol ha dirigido trabajos con algas. En general, puede decirse que los trabajos más prometedores se iniciaron hace unos años mediante la asociación de empresas del sector petroquímico con compañías biotecnológicas, por ejemplo, los proyectos de Shell y HR biopetroleum para crear Cellana en Hawai (USA).
Sin embargo, en la práctica las cosas no están saliendo tan bien como sobre el papel, porque en este caso la Shell anunció este año que se ha desvinculado del proyecto (en el que estaban desde el 2007). La sensación que dan noticias como esta es que el cultivo de algas no será una alternativa a nivel general, si acaso, como en el caso brasileño con el bioetanol, esta biotecnología podrá tener uso local en algunas zonas del planeta.
Un saludo
Nota: esta entrada participa en la IV edición del carnaval de biología, organizado por el blog BioUnalm.