Revista Cine
Alfredo Sadel dijo en una vieja entrevista que le hizo Enrique Bolívar Navas, que las canciones son un reflejo de la vida diaria, que la época moderna (hablaba del tiempo en que se realizó la entrevista: los 80) se vinculaba el afecto hacia aspectos menos contemplativos, menos románticos y mucho más ligados a la practicidad de las emociones. En esa oportunidad, dijo el cantante venezolano, que quizás por eso el bolero y las canciones románticas, se difuminaban cada vez más en el tiempo.
Tal vez por eso que comentó Sadel, el bolero, como género musical ha “desaparecido” (¿desaparecido?) del mercado de la música comercial vendedora de millones. En la vida moderna el bolero (tal como lo conocemos dentro de la música popular latina) no tiene cabida (¿no la tiene?), aunque el imaginario de la balada y la salsa romántica, tenga temas y motivos similares. A fin de cuentas el amor siempre ha estado en el aire, solo que en esta época se presenta con características propias.
El arte imita a la vida ¿y lo contrario?
El arte difiere de la vida, es decir es ideal, en el sucede lo que en la realidad sería, por decirlo de algún modo, difícil. El arte es mejor que las personas, mejor que las emociones “reales”, precisamente por eso, porque es “ideal”. Con la música sucede lo propio.
El bolero suena obsoleto en una época donde resulta cursi, casi todo lo que no sea express, todo lo que no sea superficialmente rápido, como los sms, el chat, o las amistades casi anónimas (conocidos desconocidos ¿se han fijado?) del facebook.
Lo revivió Luis Miguel, hace algunos años, le siguió Charlie Zaa la cuerdilla, como producto comercial para la gente de mi generación. Vendieron discos y trajeron a la radio otra vez algunas canciones. Sin embargo, su regreso (¿se ha ido?) fue breve, quizás porque el reggaeton ha ocupado los principales espacios entre las masas calenturientas de jóvenes, que son los principales compradores de discos (no se que pasa que la gente adulta como que no tiene tiempo para la música: son gente tan ocupada, esto es una ironía... por cierto).
Sin cursilerías ni pavosadas de “todo tiempo pasado fue mejor”, puedo decir que me gustan los boleros, están llenos de creatividad y calidad artística. Aunque somos esclavos de nuestra época (he bailado reggaeton, pues si...), quizás en América Latina, necesitemos que tal como Amy Winehouse cantó Body and Soul con Tony Bennett, algunos cantantes “nuevos” se pleguen a la tradición de otros tiempos, por este lado de la geografía.