Por lo pronto parece que conmigo se va a complir aquello popular que canta lo de que nadie es Profeta en su Tierra. Después de una larga espera, muy larga espera, mi primer libro de relatos ya ha salido de imprenta. Una imprenta francesa para más señas. Si El beso de Borges y otros absurdos cotidianos tiene hoy cara y ojos —y versión en francés de Anne-Lyse Thomine— es sólo gracias a la apuesta de Gonzalo Navarro y su pequeña gran casa de edición bilingüe Equi-librio Éditions. No puedo estar más en deuda con el tesón de este hombre. Gracias. Muchas gracias.

