Aspecto primaveral del bosque urbano plantado por los vecinos de Barajas
Javier Rico
El pasado fin de semana estuvimos, por primera vez desde que empezamos la aventura de Aver Aves, en un parque del distrito madrileño de Barajas. Sí, habíamos estado en el del Capricho y en el Juan Carlos I, pero no con la intención de hacer una ruta para escolares. Solamente deciros que hay más parques, el Bosque Urbano de Barajas; varios coles cerca; aves de todos los colores y plumajes para que disfruten escolares y familias; y, muy especialmente, vecinos que plantan y cuidan un bosque con mucho cariño y compromiso.
Hasta el pasado sábado habíamos hecho rutas, y/o visitado con intención de hacerlas, por 98 parques y jardines de veinte de los veintiún distritos de la ciudad de Madrid. El sábado completamos el total de distritos con el de Barajas y su Bosque Urbano. El interés de la asociación de madres y padres de alumnos del colegio público Margaret Thatcher por nuestras actividades y la intención de visitar un parque surgido del compromiso vecinal guió nuestros pasos hacia allí.
Y dimos en la diana, entre otras cosas porque por allí estaban Amador, Javier y Luís, entre otros vecinos del Bosque Urbano de Barajas, plantando y realizando labores de mantenimiento entre los más de setecientos árboles de infinidad de especies que han logrado tirar hacia arriba gracias a su cariño y compromiso con la biodiversidad urbana. Por no hablar de los “hoteles para insectos” que han creado en varios puntos.
A pesar del aspecto serio del verderón, casi malhumorado, agradece y mucho el bosque que crece en Barajas. Fotografía: Nicolás Pinedo
Verdecillos, verderones, jilgueros, pitos reales, mirlos comunes, estorninos negros y palomas torcaces, entre otras muchas más especies de aves, aparecen por este bosque en ciernes y agradecen también la labor altruista de la vecindad de dos piernas. Hasta en el cielo una aguililla calzada, rara de ver en entornos urbanos, se sumaba a los agradecimientos.
Los álamos, almeces, quejigos, fresnos, pinos, encinas, robles, higueras, madroños… sin olvidar hierbas y arbustos que acompañarán con algún sotobosque, todos plantados por el esfuerzo vecinal, se unen a los juncos, tarays, álamos, olmos y sauces que resisten en lo que fueron antiguas corrientes de agua. En estos retazos de vegetación de ribera mandan las currucas, los gorriones y los mirlos.
Restos de antiguos cauces sobre los que se levantan sauces, olmos, álamos y tarays
Pero ahora, en plena primavera florida y fragosa, es el momento de las dueñas del aire: golondrinas, vencejos y aviones comunes. Aprovechan la proliferación de insectos voladores y se ejercitan constantemente sobre nuestras cabezas y a ras de vegetación. Y, como siempre, atentos a las charcas que se crean, lugar ideal donde contemplar la parada de algunas golondrinas y aviones a beber.
Las tres acróbatas del aire también se veían sobrevolar sobre el colegio Margaret Thatcher, que aparte de mostrar interés por nuestras rutas, tiene un pequeño rodal de árboles a su nombre dentro del Bosque Urbano de Barajas, fruto de la labor de sus pequeños plantabosques. También tiene su bosquete en ciernes el Ciudad de Zaragoza. Además, otros colegios quedan muy a mano del parque: Calderón de la Barca, Gaudem y De Jesús.
El “bosquecillo” plantado por alumnas y alumnos del colegio Margaret Thatcher
Y nada más, que con este parque llegamos a los 99 recorridos en la ciudad de Madrid durante los seis cursos de vida de Aver Aves, y que seguimos en la senda de localizar y abrir aulas en todos ellos, más ahora que ya hemos llegado a los veintiún distritos de la capital. Hay que sumar 48 del resto de la Comunidad de Madrid, con lo cual nos acercamos a dos cifras redondas: 100 en la ciudad y 150 en la provincia. Y las aves estarán ahí para celebrarlo.
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