Revista Opinión
Susanna Sáez
Chapu Apaolaza
Ideal de Granada
(Vocento)
8 Agosto 2010
Nunca has visto una embolada? Ven, acércate. Aquí». Guillén Martínez Vall toma de la espalda al redactor y lo arrima a la puerta de chiqueros. El portón escupe los quinientos kilos de músculo de 'Africano'o, rebrincados en una lucha bestial contra la maroma de la que tiran varios mozos. Lo acercan en franca lucha hasta el pilón al que queda amarrado. Se encuentra uno emparedado en una masa nerviosa de compañerismo con gritos alrededor del animal al que Dani, Jaume y los demás sujetan mientras adaptan dos hierros en los pitones coronados por bolas de cera con esparto, que enciende una mujer después de abrirse paso entre el gentío. Se sienten los gritos de ánimo de las señoras que observan desde el muro, el olor a campo y la respiración del toro como un huracán acompasado. Lo abraza una masa de personas distintas en edad, estatus social y tendencia política, al calor del 'bou'. Pecho contra espaldas y espalda contra pechos, ahí en el centro de la batalla, el que escribe comprende que 'Africano', el toro de Masdenverge (Tarragona), es el único capaz de aglutinar a su alrededor a gentes tan dispares. Se corta la cuerda y a correr. Ya en la seguridad de la talanquera, tiemblan las manos y la respiración se entrecorta. «¿Te ha gustado? Pues esto somos nosotros», le dice un desconocido con una sonrisa. 'Africano', de la ganadería de Pedro Fumadó, galopa por la plaza con dos cometas luminosos un palmo por encima de los pitones, como una bestia mitológica en la noche de las Tierras del Ebro. La ceremonia forma parte junto al toro ensogado o 'capllaçat' de los 'correbous', la tradición que ha saltado a los periódicos tras la embestida de los ecologistas y la reciente abolición de las corridas de toros en Cataluña, el próximo muro a derribar por los animalistas.
«Tú que eres, ¿anti o pro?» La pregunta se repite en cada entrevista. «Es que estamos muy hartos de mentiras. Dicen que quemamos a los toros, que los matamos y maltratamos y aquí no pasa nada de esto». Habla DanielCliment, de la Peña Che Bou de emboladores de Masdenverge. Al margen del estrés que pueda pasar en una plaza, no hay signos de crueldad a la vista. Las bolas están a una distancia respetable del pitón, no chorrea líquido caliente sobre el toro, se respetan los 20 minutos de fuego y los hierros, una vez retirados, están fríos. «Habla la gente sin saber, sin conocer. Catedráticos, biólogos, políticos que no tienen ni idea de lo que es un toro». Habla PedroFumadó, 'Charnego' en la finca de Las Ollas, en La Cava, en pleno arrozal del Deltebre, la sábana verde de la que salió 'Africano' a cambio de 3.000 euros y a la que volvió después de la embolada. Era su primera vez. Si sirve y da juego, regresará a la plaza una decena de tardes al año. «Son profesionales.Saben lo que hacen y están tranquilos», dice 'Charnego', el penúltimo de la saga que se inició en la ganadería en 1891.
'Africano'o viaja en un cajón durante 30 minutos a media tarde hasta Masdenverge. Alas siete comienza la fiesta: dos caballos arrastran la caja por la calle con un estruendo de chirridos precedido por las gaitas y los tambores hasta el ruedo, donde lo desencajonan. En las talanqueras aguarda Eliseo Segura, de 57 años. «Si no hay toros, no hay fiesta, no hay nada. No seríamos lo que somos», apunta mientras 'Africano' sale al ruedo desde el cajón como una ráfaga negra de pezuñas y pitones. En las últimas elecciones, votó al PSC. «Ahora lo van a tener más jodido», se la guarda, después de ver cómo el partido de Montilla dejaba libertad de voto a sus parlamentarios y abría la puerta a la abolición de las corridas.
José Miguel Gil Nuria, 48 años, químico, está lejos de Eliseo en el arco político que resulta imperceptible en la plaza.Vota a ERC y exige responder la entrevista en catalán, pero espera que «no se atrevan» con los bous. «Esto es más importante para nosotros que nuestro idioma. La tauromaquia es otra cosa. No está bonito matar al toro».
Masdenverge tiene 1.133 habitantes censados. La mayor parte están en la plaza y entre las 80 personas del público está Cristina Falcó, 24 años, de Amposta.A simple vista, es la antítesis del estereotipo del aficionado a los toros: pantalones amarillos, camiseta enseñando el ombligo y una cabellera rosa rematada con una gorra negra. Pero lleva la fiesta muy dentro. Es la administradora de la peña de aficionados de las Tierras del Ebro en Facebook junto a dos amigos. «Nos conocimos en la facultad porque llevaban fotos de toros en la carpeta», dice esta educadora social que trabaja en una ONGen las afuera de Lima y no vuelve a casa por Navidad, aunque «siempre a las fiestas». Ha tenido el «honor» de embolar tres veces y la última, cortó la cuerda del toro. «Mira, se paró el tiempo. Los segundos pasaban muy lentos y no escuchaba nada. Sentí mucha emoción, tanta que luego rompí a llorar y las rodillas me temblaron durante media hora. Es muy importante para nosotros. He ido a los toros con mi padre, con mi abuelo y espero ir con mis hijos. El toro es nuestro legado y no queremos renunciar a ello», explica.
Daniel Climent, 28 años, de la Peña Che Bou no está para recortes hoy. Hace unos días, un toro le dio una cornada en el escroto. Es miembro de un grupo de emboladores en el que hay «gente de todo tipo, aunque con unos lazos de amistad muy grande». ¿Qué ser siente ahí? «Tiemblas, tienes la boca seca, se te llegan a nublar los ojos... Yo antes vomitaba». A toro pasado, se encuentra «bien, muy bien. El toro es mi vida.Está en nuestra sangre».
Jordi Callau (21) se mueve en el ruedo, y es el centro de las miradas. Viste camiseta del Barça y una 'senyera' a modo de capote. «Lo llevo dentro.Paso muchos nervios, no sé porque lo hago... De hecho, lo dejaría, pero no puedo». Josep Peralta, de 11 años, no le quita ojo. ¿Quieres ser cómo él? Asiente, con la cara surcada aún por dos goterones de sudor de correr el carretón de juguete con los demás niños. En tres años comenzará a salir al ruedo. No sabe nada de la polémica ecologista, ni de la política y desconoce lo que es la Iniciativa Legislativa que tumbó las corridas en Cataluña. Hay que hablarle en su idioma.
-¿Prefieres el bou o la PlayStation?
-¡El bou!