Aunque Scorsese es un director al que a veces adoro y a veces detesto, reconozco que la jugada le salió redonda con “El Cabo del Miedo” (1991), remake de “El cabo del terror” (J. Lee Thomson, 1962). Cómo hacer una película de más de dos horas con escasos 4 actores, que consigue mantenerte mirando a la pantala sin pestaña, y parir uno de los personajes más temibles de la historia del cine.
Max Cady es la inteligencia maquiavélica y diabólica personalizada. Cuando aparece sentado sobre el muro que separa la propiedad de los Bowden del exterior, cuando ya sentimos de verdad su presencia impasible pero vigilante, es cuando se nos empiezan a poner los pelos como escarpias.
¿Escenas imposibles de olvidar? Desde el encuentro en el coche de Sam Bowden y el jueguecito de las llaves, pasando por la escena en que comparte escenario con una jovencísima Juliette Lewis (que le hace la réplica a la perfección en una escena que parece ser la única toma que se hizo durante el rodaje. Vamos, que lo bordaron), sin olvidar la escena final, en la que no terminas de creerte del todo si la pesadilla ha llegado a su fin. Sin olvidar cada vez que De Niro dice aquello de “abogadooooo”.
Mención especial a los cameos de los dos protagonistas de la versión original del 62, Gregory Peck y Robert Mitchum. Todo un detalle que hace más redonda, si cabe, la película.
Un lujazo volver a ver esta película.
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Fdo: Black Mandi