Vemos, por fin, un grupo de casas construidas sobre una colina. Una magnífica aguja de piedra nos indica la ciudad y poco tiempo después pasamos el Tajo y hacemos nuestra entrada triunfal en Toledo.Es cierto que ha sido un largo viaje, a pesar de no haber superado las doce leguas. Pero la fatiga no mide distancias. Por fortuna será ampliamente compensada. El camino se olvida enseguida. Vamos a visitar una de las ciudades más originales de España, tan llena de color y carácter histórico. Entramos en una especie de museo, donde las calles, las plazas, los monumentos, las casas, todo, ha conservado la huella de la Edad Media. En este lugar va a ser fácil entender los detalles de las costumbres españolas y el color local del verdadero drama llamado historia. ¡Qué importa la fatiga! El aspecto general de la ciudad es suficiente para hacerla triunfar. Esta silueta que se dibuja sobre un cielo puro, atrae nuestras miradas y no dudamos de tantas cosas bellas como veremos en detalle.
Augustin Challamel / Un verano en España (1843)