Revista Cultura y Ocio

El campo

Publicado el 15 noviembre 2011 por María Bertoni

El campoAlgunos espectadores sospechamos (y luego confirmamos) la mano de Guillermo Nieto detrás de la fotografía (por momentos publicitaria cuando aparece el Peugeot) de El campo. Los mismos cinéfilos valoramos la actuación de Leonardo Sbaraglia y Dolores Fonzi, encargados de componer a un matrimonio porteño que junto a una hija pequeña abandona la ciudad para iniciar una nueva vida bucólica en una vieja casona por reciclar. A priori, no provoca reparos la crónica de una des/ilusión que afecta a los protagonistas en tanto individuos y pareja; sin embargo hay quienes sentimos que este tipo de historias nos conmueve cada vez menos o directamente no nos conmueve más.

Hernán Belón y Valeria Radivo ofrecen un guión sólido que estructura una película correcta, donde los personajes son creíbles así como su evolución en una situación casi experimental. En contra de lo que pueda imaginarse, la naturaleza no cumple aquí un rol preponderante: importa menos el agente externo (el contexto rural) que el interno (la psicología de los personajes principales, la dinámica de su cambiante relación).

Si bien coquetea con la idea, el también director Belón nos preserva del típico thriller que suelen enfrentar los héroes urbanos cuando huyen de la locura de cemento y se topan con una suerte de pesadilla verde. Otro punto a favor, y en tren de odiosas comparaciones, el realizador supo correrse del antecedente insuperable que Albertina Carri sentó con La rabia.

La resistencia que El campo provoca en la autora de este post se relaciona con lo escrito en la reseña dedicada a Abrir puertas y ventanas, es decir, con el ombliguismo que parece practicar un tipo de nuevo cineasta argentino surgido de nuestra clase media. Se trata de un fenómeno que no encontramos en los responsables de (por citar otras proyecciones del Festival de Mar del Plata) Las acacias e incluso en El premio, aún cuando Paula Markovitch haya partido de su propia experiencia para contar la historia de Cecilia y su madre.

La constatación es discutible y excede la intención de una reseña acotada a una sola película. Que hoy valga para justificar los reparos aquí aludidos.


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