Revista Opinión

El canal de los mapuches (Wall Kintun) y sus bemoles:

Publicado el 07 diciembre 2012 por Colombatto

El 7 de diciembre vencerá el plazo para que los multimedios se adecuen a la ley (no al gobierno sino a la ley) y el mismo día saldrá al aire Wall Kintun TV en San Carlos de Bariloche, pero no, la prensa no va a informar por varias razones de peso: 1) no está en Buenos Aires y a los canales “nacionales” no les interesará; 2) no derrama sangre ni dice guarangadas; 3) no muestra sexo ni violencia; 4) no tiene conexión con la élite que maneja la prensa nacional; 5) sus integrantes no son rubios ni descendientes directos de europeos; 6) sus responsables no viajan a EE. UU. por lo menos una vez al año; 7) no integran ninguno de los grupos de pensamiento binario (no son anti-k ni pro-k); 8) su significado no es traducción del inglés; 9) es un medio cultural y encima de pueblos originarios (menos que menos).

Wall Kintun significa “mirada circular” en el lenguaje mapuche (mapudungun) y este canal de televisión comenzará a emitir el día 07-12-2012 en la sintonía 8 como segunda señal televisiva en San Carlos de Bariloche.

Sobre el tema informa la página emisorascomunitarias.org: “El Canal será analógico y en dos años se espera pueda subirse a la TV Digital Abierta (TDA). Participan del proyecto grupos de comunicación indígena con 150 comunicadores de 32 comunidades, así como productoras locales y regionales. Hay programas para niños en lengua mapuche. Emitirá, además de sus producciones, contenidos derivados del Banco Único de Contenidos Audiovisuales (BACUA), y también de Educ.ar y otros organismos, realizados a lo largo y ancho del país”.

“Está previsto que la Grilla de programación contenga también cine de derechos humanos y pueblos originarios, producciones de otras comunidades de pueblos originarios de Jujuy, Chaco, Salta, Chubut y otras provincias”.

Localmente deberá competir con Canal 6 que pertenece al Grupo Clarín, y que siendo el único medio local, también será monopólico hasta el lanzamiento del canal aborigen.

La empresa estará a cargo de la comunidad mapuche Buenuleo y la productora general será Inalén Antillanca, pero involucra además a las culturas coya y qom.

Diego Pereira -miembro de la comunidad Krotaru, de Villa Llanquín- le informó a Télam que la producción y transmisión estará a cargo de la Cooperativa de Servicios Audiovisuales Mapuche, ubicada en el barrio El Pilar, e integrada por 15 trabajadores.

Como producción propia, en un principio emitirán entrevistas a personajes comprometidos con luchas sociales y la cultura, y otro programa apuntará a debates, siempre según la mirada del aborigen del siglo XXI, es decir sin las cargas de odio que abundaron durante buena parte del siglo XX por ausencia de tolerancia, por ello dijo que las producciones tendrán una mirada amplia “a la cuestión social, la realidad de los barrios altos de Bariloche, y no sólo a través de historias negativas sino buscando relatos y experiencias de gente que sale adelante, que tiene logros”.

El positivismo declarado lo refuerza con frases como “televisión inclusiva” y justifica la creación de este medio de difusión al aclarar que “la población mapuche en Bariloche es mayoría, pero no tiene una representación cultural ni su simbología”, como si esa sociedad siguiera sumergida aún hoy en el antagonismo racista de un siglo atrás; por ello dice que “será también una forma de interpelar a la sociedad barilochense sobre estos temas”.

Ocurre que a los pueblos originarios -aquí y allá- se los ha arrinconado en los campos más pobres, y en las ciudades en las villas más villas. Desperdigados sobre la tierra han tenido la suficiente libertad para conservar sus costumbres, pero hacinados en las ciudades bajo control del no-autóctono (entiéndase hacinado como apretado culturalmente), hasta con la mirada se les ha exigido trocar su tradición por la del hombre blanco, que en la práctica ni siquiera es eso sino hombre europeo.

Pereira da prueba de lo aquí dicho y de la necesidad del canal mapuche cuando dice: “No existe ningún tipo de diálogo intercultural, ni estatal ni a nivel de organizaciones no gubernamentales. Se habla de los pueblos originarios pero al mapuche no se lo considera como a un igual. El canal apunta a cambiar todo esto”.

La aproximación de culturas es de suyo un objetivo loable, pero sus integrantes deberán tener a diario el suficiente aplomo para evitar injerencias de quienes tratan de enfrentar a los bandos como se hacía hasta casi un siglo atrás. “El odio a los argentinos debe terminar”, le dijo un obispo protestante e inglés a los kelpers, y el reto podría repetirse cuando en Internet se puede leer: “Porque la prensa Winka (del Blanco) no sirve al pueblo, ni en Chile ni en Argentina”.

Wall Kintun integra la Coordinadora Audiovisual Indígena Argentina (CAIA) y el equipamiento lo lograron gracias al apoyo de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), que preside Sabbatella y en estos días sólo es conocida por el publicitado conflicto con el Grupo Clarín. También contaron con el apoyo del Sistema Nacional de Televisión Digital Abierta (TDA), un convenio con Parques Nacionales y el exdirector de CN23 -Pablo García- quien los ayuda a poner en marcha el canal en los aspectos técnicos y de programación.

A la lista de colaboradores se sumaron aquellos que comparten con los mapuches la libertad de expresión fijada por la Ley de Medios Audiovisuales. Entre ellos Télam cita a Néstor Piccone (dirigente de la Coalición para una Comunicación Democrática) y Osvaldo Nemirovsci (coordinador del Sistema Nacional de Televisión Digital Abierta).

En la nota se destacó la tarea del mapuche Matías Melillán (San Martín de los Andes) para los artículos que otorgan el derecho a todas las comunidades del país a tener un canal de aire y una radio. Éste recordó el interés del expresidentes Néstor Kirchner por “fomentar la visibilización de los pueblos originarios, que entre otras cosas se concretó en la primera radio mapuche, creada por la comunidad Ancapán, cercana a Junín de los Andes”.

Los datos anteriores que vinculan a los aborígenes del medio televisivo con miembros del gobierno nacional están dando motivo para que los representantes y asociados con el Grupo Clarín (diario La Nación, etc.) ya estén cuestionando cuánto tiene de aborigen el personal del canal a inaugurar.

Es una perogrullada decir que todo emprendimiento requiere apoyo y asesoramiento de entendidos. Que un grupo de aborígenes se anime a emitir una señal televisiva sin experiencia previa, presupone apoyo externo inmediato, tanto en material humano como en programación externa y soporte económico. La obviedad no opaca la originalidad ni el riesgo que han asumido, pero sí marca la preocupación que están demostrando quienes están vinculados con la competencia (Canal 6 del Grupo Clarín, que opera en la misma ciudad). En el fondo, elogios y críticas aportan publicidad por ambas vías, y esto ocurre cuando la competencia/oposición se desespera.

En este país donde unos gritan contra el autoritarismo, reclaman libertad de expresión y que el gobierno escuche a quienes piensan diferente; en este país donde por cualquier diferencia salarial cortan calles y rutas sin que el resto de los mortales pueda defender su libertad de movilidad; en este país donde libertad y libertinaje están protegidos por una cámara y micrófono complaciente, surge la pregunta que equipara tanto reclamo y tanta promoción sobre igualdad de derechos a la información: ¿el resto de la prensa y de las fuerzas vivas barilochenses acompañarán la inauguración del canal mapuche? Por ser el primer canal televisivo intercultural del país y del continente, ¿la prensa nacional informará en directo el suceso?

Ya se adelantó el periodista Jorge Lanata diciendo: “¿quién carajo va a mirar el canal de los mapuches?” (foro en Televisión Digital Terrestre en Latinoamérica). Y tiene razón, porque este bilingüe (habla español y guarangol) no va a entender lo que se diga.

Pereira, sin querer, le contestó (sitio web suponiendonos.blogspot.com.ar): “Hemos planificado una estrategia comercial, averiguamos quiénes pondrían publicidad en el canal, y vimos que a muchos de los comercios de Bariloche les interesaría participar, también a los organismos de investigación. Creo que estamos ante un escenario promisorio”.

Tanta soberbia y tanto desprecio hacia el interior del país “hacen que uno pegue el grito”, como una vez dijo Atahualpa Yupanki.

También es tiempo -tal vez ya tarde- de hacer alguna crítica o llamado de atención a la dirigencia mapuche, que en este proceso inicial de difusión sobre su acervo cultural se parece a la Prueba Apgar que se le hace a todo bebé en el momento de nacer: evaluar sus aptitudes a futuro.

El nacimiento siempre es crucial pues marca la orientación a mantener en el futuro, se trate de una persona, empresa o ideología, y aquí viene la advertencia de no inclinarse por influencias externas al propio pueblo mapuche. Lo digo porque lo veo, y si lo veo (o creo verlo), pues como adulto responsable tengo la obligación de advertirlo.

Como investigador patagónico he leído y armado cientos de nombres de ríos, cerros, personajes, etc. de procedencia autóctona. La tradición marca la frecuencia de las sílabas (diptongos) “hua”, “hue” y “hui” (Huala, Huechulafquen, Huilliche, etc.), pero desde hace algunos años en Internet noto que están usando la letra “w” en reemplazo y esa letra es externa no sólo a la cultura comarcana sino también a la binacional (Argentina y Chile) y suramericana. Pareciera que “alguien” los estaría desviando hacia un punto preciso, donde además se mezcla un aparente desprecio sobre el idioma español y sus reglas de escritura pues en lugar de escribir “los mapuches”, dicen “los mapuche”, alterando la correspondencia del sustantivo con el artículo en cuanto al número (de plural los dos a plural y singular), además del acento ortográfico (Kintún por Kintun).

Lo dicho aquí parece una tontera despreciable. También son superficies despreciables los empalmes de largas rutas, pero definen las direcciones a tomar y que justamente allí deciden hacia dónde ir en adelante.

Entonces, ¿el nombre del canal televisivo a inaugurar es Wall Kintun TV, o debería ser Hual Kintún TV?

Apenas un detalle, of course.

Luis Colombatto


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