Revista En Masculino
El cáncer de testículos es el tumor más frecuente en varones de entre 14 y 45 años. Aunque sus tasas de incidencia son bajas, en nuestro país se diagnostican entre 2 y 3 nuevos casos por cada 100.000 habitantes/año, hay que tener en cuenta que afecta a hombres muy jóvenes, que están en plena etapa reproductiva. Para el presidente de la Asociación Española de Urología (AEU), el doctor Humberto Villavicencio, "a pesar de ser un tumor tremendamente agresivo, es el que más se ha beneficiado de los avances quimioterápicos. En la actualidad, se ha pasado de que este tumor fuera el responsable de una importante tasa de mortalidad a conseguir unos porcentajes de curación de entre el 98-100% en los estadios iniciales".
Gracias a los avances en el tratamiento, la supervivencia del tumor es bastante alta, incluso en aquellos con peor pronóstico, en los que la tasa de curación se sitúa en torno al 60%. La detección precoz es clave en su pronóstico, por lo que los expertos insisten en que la autoexploración es la mejor y única forma de realizar un diagnóstico temprano. En este sentido, los urólogos son partidarios de que ya desde el colegio se informe y se enseñe a los niños a autopalparse para detectar un posible bulto en la zona testicular.
El primer síntoma es un bulto duro del tamaño de un garbanzo, que normalmente no es doloroso al tacto. Como apunta el doctor Villavicencio, "ante la aparición de un bulto asintomático, es decir, que no responda a un golpe y que no se acompaña de fiebre o dolor, se debe acudir al médico para asegurarse de que no se trata de un tumor".
El mejor momento para llevar a cabo esta exploración es durante o después de un baño o ducha, ya que es cuando la piel del escroto está relajada. Se debe examinar cada testículo por separado. A través de la palpación hay que buscar y sentir cualquier bulto duro o nódulo (masa redonda uniforme) o cualquier cambio en el tamaño, forma o consistencia de los testículos.
-Factores de riesgo
Aunque se han relacionado diversos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de desarrollar este tumor, el que presenta una relación más clara es la falta de descenso de los testículos al escroto (criptorquidia). Se calcula que en el 3% de los niños los testículos no descienden. En algunos casos, los testículos permanecen dentro del abdomen; en otros, el testículo comienza en descenso pero se queda en el área de la ingle. Cerca del 14% de los casos de tumor testicular se da en varones con historia de criptorquidia.
La edad, las alteraciones embrionarias (disgenesia gonadal), la falta de madurez del testículo son los principales factores de riesgo. Aunque el primer signo de aviso es el crecimiento del volumen del testículo, sin embargo como matiza el doctor Villavicencio "el tamaño del tumor no implica en absoluto su grado de agresividad, ya que puede haber un tumor de un centímetro y estar totalmente diseminado y encontrarnos, por el contrario, con un tumor de 5 centímetros y estar éste localizado sólo en testículo. De hecho, es el único tumor que su tamaño no está directamente relacionado con su grado de agresividad. El dolor suele aparecer cuando ya está muy avanzado. En cualquier caso, dado la rapidez con la que se multiplican sus células, se trata de un tumor bastante agresivo y aunque su primera zona de localización suele ser el retroperitoneo (área de afuera o atrás del peritoneo, el tejido que reviste la pared abdominal), también puede llegar a afectar al pulmón, al hígado y excepcionalmente al cerebro y huesos".
-Diagnóstico precoz
A través de una simple palpación, una ecografía y un análisis de sangre se puede detectar un cáncer de testículo. Si se diagnostica a tiempo, casi todos son curables y, en general, la supervivencia de los enfermos a los cinco años del diagnóstico es superior al 80%, esté donde esté diseminado.
-Tratamiento
Normalmente el tumor testicular se trata con cirugía radical (orquiectomía), que consiste en extirpar el testículo afectado. Sin embargo, en algunos casos, como cuando existe un tumor testicular bilateral (en los dos testículos) se opta por la cirugía conservadora. Una vez que se ha sometido al paciente a la cirugía, se analiza el tumor. A través de una serie de pruebas clínicas y radiológicas se confirma que no se haya diseminado a otras zonas fuera del testículo, como por ejemplo el escáner abdominal (TAC) que constata si el tumor se ha extendido a los ganglios linfáticos.
En función de los resultados, se opta por el tratamiento más adecuado. En los casos en los que el tumor ya se ha extendido, se utiliza la quimioterapia. "Un factor de buen pronóstico del tumor", comenta el doctor Villavicencio, "es la respuesta total a la quimioterapia".
-Posibilidad de recurrencia
En los casos de persistencia o no remisión del tumor activo, tras la quimioterapia de primera línea (cisplatino, bleomicina y ectopósido) se recurre a la quimioterapia de segunda línea de rescate (preferentemente con isofosfamida y vimblastina). De este modo se consigue recuperar un 30% más de respuestas completas.
"Ante la sospecha de tumor maligno después de la quimioterapia de primera línea", indica el doctor Villavicencio, "que ésta se evidencia por elevación de los marcadores tumorales, crecimiento de lesiones residuales o la aparición de nuevas lesiones. Por ello, insistimos en que el seguimiento debe ser estricto y en estrecha colaboración con el paciente".
-Esterilidad y cáncer de testículos
La extirpación de ambos testículos significa la esterilidad del varón, ya que no puede producir espermatozoides. Asimismo, la quimioterapia también puede afectar la viabilidad del semen del testículo sano (en muchos casos reversible), la cirugía también puede en ocasionar lesionar los nervios responsables de la eyaculación, y, por tanto, repercutir sobre la fertilidad. En todos estos casos se debe previamente, ante cualquier tratamiento, hacer la crioconservación del semen de estos pacientes (guardar los espermatozoides en bancos de semen para poder utilizarlos en inseminaciones)
En muchas ocasiones, gracias a las biopsias que se realizan a los pacientes infértiles para descubrir la causa de su esterilidad, se descubre de manera casual un tumor en el testículo, en estos casos, el pronóstico del paciente es excelente, ya que la curación se garantiza en un 100%.
Gracias a los avances en el tratamiento, la supervivencia del tumor es bastante alta, incluso en aquellos con peor pronóstico, en los que la tasa de curación se sitúa en torno al 60%. La detección precoz es clave en su pronóstico, por lo que los expertos insisten en que la autoexploración es la mejor y única forma de realizar un diagnóstico temprano. En este sentido, los urólogos son partidarios de que ya desde el colegio se informe y se enseñe a los niños a autopalparse para detectar un posible bulto en la zona testicular.
El primer síntoma es un bulto duro del tamaño de un garbanzo, que normalmente no es doloroso al tacto. Como apunta el doctor Villavicencio, "ante la aparición de un bulto asintomático, es decir, que no responda a un golpe y que no se acompaña de fiebre o dolor, se debe acudir al médico para asegurarse de que no se trata de un tumor".
El mejor momento para llevar a cabo esta exploración es durante o después de un baño o ducha, ya que es cuando la piel del escroto está relajada. Se debe examinar cada testículo por separado. A través de la palpación hay que buscar y sentir cualquier bulto duro o nódulo (masa redonda uniforme) o cualquier cambio en el tamaño, forma o consistencia de los testículos.
-Factores de riesgo
Aunque se han relacionado diversos factores de riesgo que aumentan las probabilidades de desarrollar este tumor, el que presenta una relación más clara es la falta de descenso de los testículos al escroto (criptorquidia). Se calcula que en el 3% de los niños los testículos no descienden. En algunos casos, los testículos permanecen dentro del abdomen; en otros, el testículo comienza en descenso pero se queda en el área de la ingle. Cerca del 14% de los casos de tumor testicular se da en varones con historia de criptorquidia.
La edad, las alteraciones embrionarias (disgenesia gonadal), la falta de madurez del testículo son los principales factores de riesgo. Aunque el primer signo de aviso es el crecimiento del volumen del testículo, sin embargo como matiza el doctor Villavicencio "el tamaño del tumor no implica en absoluto su grado de agresividad, ya que puede haber un tumor de un centímetro y estar totalmente diseminado y encontrarnos, por el contrario, con un tumor de 5 centímetros y estar éste localizado sólo en testículo. De hecho, es el único tumor que su tamaño no está directamente relacionado con su grado de agresividad. El dolor suele aparecer cuando ya está muy avanzado. En cualquier caso, dado la rapidez con la que se multiplican sus células, se trata de un tumor bastante agresivo y aunque su primera zona de localización suele ser el retroperitoneo (área de afuera o atrás del peritoneo, el tejido que reviste la pared abdominal), también puede llegar a afectar al pulmón, al hígado y excepcionalmente al cerebro y huesos".
-Diagnóstico precoz
A través de una simple palpación, una ecografía y un análisis de sangre se puede detectar un cáncer de testículo. Si se diagnostica a tiempo, casi todos son curables y, en general, la supervivencia de los enfermos a los cinco años del diagnóstico es superior al 80%, esté donde esté diseminado.
-Tratamiento
Normalmente el tumor testicular se trata con cirugía radical (orquiectomía), que consiste en extirpar el testículo afectado. Sin embargo, en algunos casos, como cuando existe un tumor testicular bilateral (en los dos testículos) se opta por la cirugía conservadora. Una vez que se ha sometido al paciente a la cirugía, se analiza el tumor. A través de una serie de pruebas clínicas y radiológicas se confirma que no se haya diseminado a otras zonas fuera del testículo, como por ejemplo el escáner abdominal (TAC) que constata si el tumor se ha extendido a los ganglios linfáticos.
En función de los resultados, se opta por el tratamiento más adecuado. En los casos en los que el tumor ya se ha extendido, se utiliza la quimioterapia. "Un factor de buen pronóstico del tumor", comenta el doctor Villavicencio, "es la respuesta total a la quimioterapia".
-Posibilidad de recurrencia
En los casos de persistencia o no remisión del tumor activo, tras la quimioterapia de primera línea (cisplatino, bleomicina y ectopósido) se recurre a la quimioterapia de segunda línea de rescate (preferentemente con isofosfamida y vimblastina). De este modo se consigue recuperar un 30% más de respuestas completas.
"Ante la sospecha de tumor maligno después de la quimioterapia de primera línea", indica el doctor Villavicencio, "que ésta se evidencia por elevación de los marcadores tumorales, crecimiento de lesiones residuales o la aparición de nuevas lesiones. Por ello, insistimos en que el seguimiento debe ser estricto y en estrecha colaboración con el paciente".
-Esterilidad y cáncer de testículos
La extirpación de ambos testículos significa la esterilidad del varón, ya que no puede producir espermatozoides. Asimismo, la quimioterapia también puede afectar la viabilidad del semen del testículo sano (en muchos casos reversible), la cirugía también puede en ocasionar lesionar los nervios responsables de la eyaculación, y, por tanto, repercutir sobre la fertilidad. En todos estos casos se debe previamente, ante cualquier tratamiento, hacer la crioconservación del semen de estos pacientes (guardar los espermatozoides en bancos de semen para poder utilizarlos en inseminaciones)
En muchas ocasiones, gracias a las biopsias que se realizan a los pacientes infértiles para descubrir la causa de su esterilidad, se descubre de manera casual un tumor en el testículo, en estos casos, el pronóstico del paciente es excelente, ya que la curación se garantiza en un 100%.
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