Revista Viajes

El cangrejo de Koh Rong

Por Zhra @AzaZtnB

Koh Rong es una bonita isla en Camboya en el golfo de Tailandia de aguas cristalinas, playas blancas, palmeras, serpientes venenosas y búfalos de agua. De un extremo a otro de la isla hay 15 kilómetros pero si quieres recorrerlos a pie se tarda al menos un par de días debido a la lentitud de avanzar por el medio de la jungla. Por supuesto para ir por la jungla fuera de los caminos señalizados, y sólo hay dos, hay que hacerlo con un guía.

Un poco harta de Sihanukville me vine aquí buscando paz y naturaleza, así os voy a contar los hechos que en ella acontecieron tal como yo los viví.

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Era mi tercer día en la isla, el primero apenas lo había podido aprovechar entre llegar, buscar alojamiento y lanzarme de cabeza a la playa más cercana. Las aguas cálidas y el tiempo no invitan a otra cosa. El segundo día me había metido por un camino en la jungla que tenía que llevarme a Long Beach pero más pendiente de las serpientes venenosas y de los bichos que de la señales del camino acabé perdiéndome. Podía ver el mar azul celeste y transparente a mi lado pero no como bajar hasta él. Una hora después, completamente empapada de sudor, reencontré el camino y dos horas después de haber escalado las primeras rocas pude ver entre los árboles el camino a la playa de diez kilómetros de arena blanca y finísima con Wilson esperándome a mitad de camino. Para ese día buscaba algo menos ambicioso, había escuchado que había una playa al este del puerto y empecé a caminar en esa dirección. Efectivamente encontré un pequeño camino que pasando los Bungalows bordeaba el mar entre la jungla y acababa abruptamente en un rio que desembocaba al mar. En la otra orilla podía ver gente, di un par de rodeos pero el único camino era a través del río así que me saqué las bambas, los calcetines y el pantalón lo metí todo dentro de la mochila y me puse la mochila a la cabeza para cruzar lo. En su parte más profunda me llegaba a la cintura y teniendo cuidado a cada paso para no hundirme llegué al otro lado donde había un par de chicas, un grupo de canadienses y una cabaña donde una mujer camboyana dormitaba, dejé mis cosas a la sombra de una de las muchas palmeras al lado de la arena y me lancé al agua.

Estaba haciendo el muerto sobre el agua cuando una ola, más grande que el resto, me cubrió la cara y me hizo ponerme de pie. Es entonces cuando veo que tengo muy cerca de mí 7 pececillos, tan cerca que me hacían cosquillas en las piernas y las manos. Los intento espantar pero vuelven una y otra veza, al fijarme veo que son tres adultos del tamaño de una falange de mi dedo meñique y cuatro de la mitad de tamaño. Empiezo a jugar con ellos, les dejo acercarse, los separo, los ayudo a juntarse, doy la vuelta y los rodeo para que vengan. Hundo mis hombros en el agua y hago un círculo con mis brazos para que se pongan dentro, me llevan arriba y abajo de la playa hasta me muestran un billete de 1000 riels en el fondo, seguimos jugando un rato hasta que de pronto frente a mi nariz veo la boca abierta y enorme de un pez blanco lanzándose sobre mi! ¿O no? Después del respingo busco a mis amigos, doy vueltas sobre mi misma pero por más que miro sólo veo seis de ellos, me voy a poner de pie para tener mejor perspectiva pero algo duro golpea mi hombro izquierdo. Ya de pie miro hacia abajo y veo un cangrejo oscuro y peludo nadando por la superficie del agua persiguiendo a mis amigos los pececillos que se acercan a mi histéricos buscando protección.

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No me apetece que el cangrejo me dé un mal pinzazo y no le quito el ojo de encima mientras me llevo a mis amigos un poco más lejos, él nos persigue y yo intento darle un golpe plano por arriba pero me saca las pinzas. Con los pececillos enganchados a mis piernas corro hacía la orilla donde espero encontrar un palo, en cuanto salgo del agua los pececillos son perseguidos por el cangrejo y un grupo de peces blancos, que no contentos con haberse comido a uno del grupo los persigue por el fondo. No encuentro ningún palo cerca y temo por la vida de mis amigos así que vuelvo al agua lo más rápido que puedo, el grupo de pececillos se ha dividido, espanto al cangrejo y a los peces blancos del fondo dando la oportunidad a mis amigos de venir corriendo hacía mis piernas. Miro a mi alrededor y localizo un grupo de algas que flotan a unos metros, me acerco hacía allí con los pececillos y los dejo a buen recaudo mientras vuelvo a mi toalla donde hace unas horas he visto un pequeño palo que me puede ayudar. Doy un par de vueltas pero no veo ni rastro de mis amigos, sigo pensando en ellos cuando algo me golpea por la espalda, doy un respingo y un chico que nada cerca mío me pregunta si estoy bien. Le explico que me ha parecido ver un cangrejo y él grita entusiasmado que también lo ha visto pero sus amigos no le creían. Hablamos un rato desde el agua mientras nos rodean peces blancos que se asustan con nuestros movimientos pero no queda ni rastro de mis amigos y puedo sentir la risa del cangrejo escondido en alguna parte.

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No puedo irme sin vengar a mis amigos así que al día siguiente vuelvo armada con unas gafas de buceo, un tubo y un pequeño palo que escondo en mi bañador. Nada más llegar a la playa dejo la toalla a la sombra y me lanzo al agua con las gafas puestas. Buceo por toda la playa se ven pocos peces, hay montículos por la superficie de la arena de algún animal que se esconde bajo ésta y un banco de algo que podrían ser peces pero son muy pequeños para verlos con claridad, por muchas vueltas que doy no veo ni rastro del cangrejo.

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Sigo nadando y disfrutando de poder ver bajo el agua, algo que siempre me ha fascinado. Salgo un par de veces del agua pero en seguida me vuelve a llamar y vuelvo a ella como un imán, con esta temperatura y este color es imposible resistirse. Por supuesto el cangrejo lo sabe y espera a que esté despistada para atacarme por la espalda. Me giro con rapidez y lo vuelvo a ver flotando, saco mi palo y le apunto, él lo esquiva, vuelvo a arremeter, esta vez lo coge entre sus pinzas, meto mi cuerpo en el agua para tener mejor visión de la lucha mientras el cangrejo intenta subir por el palo, lucho para que lo suelte y salta hacia un lado, intenta nadar hacía mi apuntándome con sus pinzas pero lo paro justo a tiempo, giro el palo y veo que en realidad es una cangreja. Una nube negra aparece por detrás de la montaña y el cielo se empieza a oscurecer, caen las primeras gotas de agua. La poca gente que había en la playa desaparece, la mujer camboyana observa la pelea desde su cabaña sin inmutarse, casi con aburrimiento. El cielo se ha vuelto completamente negro en cuestión de minutos, el agua cae por todos lados, el viento mueve las palmeras y hace más fresco fuera que dentro del agua, las olas golpean con fuerza en la orilla y el nivel del mar ha subido varios centímetros. Eso me hace darme cuenta de la estrategia de la cangreja, pretende despistarme hasta que el nivel del agua suba lo suficiente para cerrarme la retirada. Vuelvo a mi toalla y la pongo por encima de la mochila, me echo la mochila a la cabeza y cojo las chanclas con la otra mano, cruzo el río de vuelta al camino que da al embarcadero. El agua todavía no ha subido mucho y ya conozco el camino por donde es menos profundo. Mientras la lluvia torrencial cae sobre las palmeras, los arboles y mi cabeza, yo miro hacía el suelo intentando no dar un mal paso ni pisar ningún animal peligroso. Cuando salgo de la jungla la lluvia parece haberse calmado, camino los metros que me separan hasta mi habitación y cuando llego a ella empieza a llover torrencialmente, desde el balcón veo como los locales se lanzan hacía las embarcaciones para atarlas juntas y que no se golpeen. La batalla definitiva tendrá que esperar.

El cangrejo de Koh Rong

No se quien es la victima ,el cangrejo o tu
ahora bañarse en esas aguas una pasada

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