El rally de privatización de las cajas de ahorros acaba de empezar. Bankia quiere ser de las primeras. Prepara su salida a Bolsa a un precio que los analistas calculan estará entre 0,7 y 0,5 veces su valor en libros.
Es decir, será un saldo y se aprovecharán los especuladores. No hay otra forma de calificar un descuento de entre el 30% y el 50%, que según los analistas es lo único que puede garantizar el éxito de su colocación. Será como dar el dinero de todos a unos pocos.
Ahorro: Poder y Posibilidades de Proyectos y Políticas Sociales
Cuando se inició el proceso de reestructuración de las cajas, varias voces alertaron del riesgo de malvenderlas en aras de la bancarización y privatización como panacea contra sus problemas de solvencia, en lugar de recuperar una banca pública no sujeta a los dictados del mercado.
En poco tiempo sabremos si se cumplen esos vaticinios, pero… ¿podría existir otra forma de hacer finanzas o de hacer empresa? La Fundación 1º de Mayo ha preguntado a economistas alternativas no utópicas con las que hacer frente a la voracidad del capitalismo impaciente. Y existen.
Por ejemplo, en Suecia está el banco JAK, que en realidad es una cooperativa de crédito, formada mayoritariamente por pequeños empresarios. ¿Qué tiene de especial? Los cooperativistas consiguen créditos hipotecarios a coste cero: no pagan intereses. ¿Por qué?
Porque el JAK tampoco reparte dividendos a sus propietarios ni tiene inversores o pequeños ahorradores capitalistas que esperen rentabilidad para su dinero. Todo lo que cobra es una tasa destinada a pagar salarios, impuestos y seguros.
Para evitar una potencial descapitalización, quienes tienen un crédito firman también una cláusula de ahorro obligatorio; pero si son personas con escasos recursos que no pueden ahorrar, el dinero puede ser aportado por otros miembros de la cooperativa o por entidades públicas.
Así lo hacen algunos ayuntamientos y están financiando proyectos de emprendedores locales. ¿Utópico? El JAK lleva funcionando desde los años sesenta y tiene más de 36.500 miembros, que son los dueños del banco y eligen democráticamente a su junta directiva.
En Alemania, de los 2.169 bancos existentes, sólo 300 son entidades privadas con ánimo de lucro. Más de 1.200 son cooperativas de crédito, frente a tan sólo 80 en España, aunque también Alemania empieza a desmantelar su sistema de cajas.
Un sistema financiero que no sólo se rija por la exigencia de conseguir cada vez mayores beneficios y remunerar al accionista puede garantizar una mayor sostenibilidad y beneficiar a la actividad productiva.
Cuando una empresa reparte dividendos cada vez mayores a sus accionistas para evitar que se vayan con su capital a otra parte, pueden estar detrayendo, por ejemplo, recursos a inversiones en investigación.
Cuando el valor diario de la acción preocupa más que los resultados productivos a medio plazo y cuando se emplea más dinero en agasajar accionistas que en formar trabajadores, se resta solidez a la compañía y al futuro a largo plazo.
La participación colectiva de los trabajadores en el accionariado de las empresas evita que en época de crisis el ajuste sólo recaiga sobre el empleo o los salarios y frena la deslocalización.
El capital se va a donde puede producir más barato y con menor regulación; esa deslocalización sistemática empuja a la baja a los salarios occidentales. Con la globalización y el neoliberalismo, los beneficios empresariales están creciendo ocho veces más que los salarios.
Si los trabajadores parecen condenados a un descenso continuo de sus retribuciones en aras de la competitividad, sólo participando en el capital de las empresas podrán equilibrarlo.
Fuente: http://blogs.publico.es/multiplicateporcero/264/el-capitalista-paciente/
AMPARO ESTRADA