Para los motoristas, el casco es incómodo pero vital y no se debe prescindir de él en ningún caso, aunque se tengan dolores cervicales.
Además de elegir un casco que realmente proteja al conductor, se debe elegir el más ligero posible, pues el cuello realiza un importante trabajo al luchar contra la resistencia del aire.
El casco debe permitir una buena visibilidad y una posición relajada de la cabeza.
Si su tamaño interior no permite llevarlo cómodamente ajustado, el movimiento oscilatorio por el efecto aerodinámico obligará a mover continuamente el cuello.
El casco debe llegar por atrás, dos o tres dedos por debajo del borde occipital.
Si el casco es muy corto, no servirá para proteger el cráneo en caso de caída. Y si es muy largo, se corre el riesgo de que, en caso de accidente, cause una grave lesión en la zona cervical o la muerte ya que actúa como una guillotina en un desplazamiento brusco hacia atrás.
La posición sobre la moto debe ser tal que permita mantener la cabeza en una posición fisiológica y así evitar las posturas forzadas de la cabeza.
Por último, los motoristas deben tener retrovisores amplios para evitar giros bruscos del cuello.