José Bretón ha sido, por fin, acusado del doble asesinato de sus hijos, con premeditación, después de todo un año de indagaciones y pesquisas que han convertido el "Caso Bretón" en el principal tema de conversación y en la diana del interés de millones de españoles. El caso, plagado de errores, sospechas, irregularidades y torpezas inexplicables, es un fiel reflejo de lo que los políticos han convertido a España: un país poco fiable, impredecible, dominado por la corrupción, el truco y la ineficacia. Sin embargo, hay un gran beneficiado de todo este caos: la clase política española, que, gracias al "Caso Bretón" ha podido seguir realizando trucos, manipulaciones, injusticias desmanes y rapiñas. Los ciudadanos, que deberían estar pensando en que están siendo llevados hacia la ruina, la infelicidad y el fracaso, se entretuvieron divagando sobre si los niños habían muerto o si permanecían secuestrados o si el padre era o no el culpable.
España entera habla del “caso Bretón” y de sus hijos desaparecidos en Córdoba, cuando, indignada, la sociedad debería estar hablando del terrible fracaso de los políticos, de la injusticia que están construyendo, de la pérdida de derechos y de la ruina que han creado en la antes próspera sociedad española. Si preguntamos, como hacen muchos investigadores, a quien conviene el “caso Bretón”, la respuesta sería unánime: a los lamentables políticos españoles. Entonces surge la sospecha: ¿Son los políticos los que alimentan artificialmente ese caso para que se dilate en el tiempo y sirva de carnaza a la sociedad española?
Hay demasiadas irregularidades y fallos en el "caso Bretón", inexplicables en una sociedad avanzada. Un presunto error de bulto de la policía que confundió huesos humanos con huesos de perros o quizás una nueva versión que alimenta todavía más el morbo, según la cual aquellos huesos de perros analizados en los primeros días de la investigación eran humanos. Al final, la antropóloga forense que cometió el fatal error inicial ha sido destituida.
El “caso Bretón” parece un plato cocinado para consumo de los idiotas y de los incultos que integran el grueso de la sociedad española, gente que mientras piensa en los niños deja de pensar en la miseria que les acosa y en las desgraciadas vidas que les ha tocado vivir, mientras las clases políticas y sus aliados nadan en la opulencia y en privilegios injustos e inmerecidos.
Internet ha estado llena de rumores y de versiones y en los bares, cafeterías y centros de trabajo no se habla de otra cosa. Hay quien afirma que los nuevos forenses no son fiables y que uno de ellos es un colaborador de la CIA. Unos pocos afirman que la madre no es inocente. Hay quien dice que el caso pudo resolverse en los primeros días, pero que había órdenes políticas de que se prolongara para que sirviera de comida a las masas aborregadas. Demasiadas sospechas, demasiados rumores y el ganado humano siguiendo las malévolas instrucciones de los pastores. ¿Quién realiza las pintadas que condenan al padre como asesino? ¿Quién puede explicar la extraña y sólida actitud del padre? Nadie sabe donde está la verdad, algo cada día más habitual en esta España que los políticos han construido, marcada por la corrupción, la confusión, el engaño y la trampa.