Revista En Femenino

El catalán no es una lengua

Por Expatxcojones

El catalán no es una lengua

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Estoy intentando escribir. Me siento frente al ordenador pero no puedo concentrarme. Se me acuden mil cosas que hacer. Ordenar papeles. Planificar el trabajo. Hacer una copia de seguridad. Salir a comprar rotuladores. Lo que sea con tal de no enfrentarme a la página en blanco. Mi peor enemigo. En estos momentos escribir es como una penitencia.
Suena el timbre. Me levanto. Abro la puerta. Es un hombre. Debe tener entre cincuenta y sesenta años. Hace cara de cansado. Se presenta. Me dice que trabaja para la oficina del censo municipal. Necesita hacerme algunas preguntas. Ahora no me apetece. Me lo saco de encima como puedo.
   Mi marido no está. Yo no hablo francés. Lo siento.   ¿Cuándo vendrá?   —El viernes.   —¿A qué hora lo encuentro?—Puede venir cuando quiera. Estará todo el día en casa.
Pasa la semana. Y con el viernes llega otra vez el hombre. Todavía más cansado. Me había olvidado de él por completo. Y el Kalvo no está. Hoy ha ido a Ceuta con Terremoto. No me queda más remedio que atenderlo. Lo hago pasar. Le invito a un café y empieza el interrogatorio.
—¿Cuánta gente vive aquí?—Mi marido, mis dos hijos y yo.   —¿A qué se dedica su marido?   —Es ingeniero.   —¿Y usted?   —Soy periodista.   —Edades de los niños.   —El mayor cumplirá cuatro años en noviembre y la pequeña uno.
Menos el número de zapatos y la talla de sujetador me pregunta de todo: Cuánto hace que vivimos en Marruecos. Si la casa es de alquiler o la hemos comprado. Cuántas habitaciones tiene. Nivel de estudios. Colegio al que van los niños. Hasta aquí todo normal y entonces…
   —¿Cuántas lenguas habla?   Español, catalán, inglés y ahora estoy estudiando árabe.   El catalán no es una lengua.   —¡Cómo que no! Claro que es una lengua.    No. No es una lengua, es un dialecto.   No. No es un dialecto. Es el idioma oficial de Cataluña.    Pero… es como el bereber ¿no?—insiste.   —Sí. Una lengua sin Estado pero reconocida oficialmente. Igual que el bereber, que es la segunda lengua oficial de Marruecos… que yo sepa.
Discutimos un buen rato sobre el tema. Intento explicarle la diferencia entre lengua y dialecto pero el hombre no entra en razón. Para él el catalán no es una lengua y tampoco el bereber, así que no hay más que hablar. Me rindo. Que ponga lo que quiera en sus dichosos cuestionarios. Continuamos con las preguntitas.
   —¿Tiene ordenador?   —Sí.   —¿Televisión?   —Sí.   —¿Internet?   —Sí.   —¿Tiene frigorífico?   —Sí, claro.   —Bueno… es que aquí, en Marruecos, hay mucha gente que no tiene.   —Ah… perdón. No lo sabía.   —¿Y radio?   —¿Cómo?   —¿Que si tiene radio?   —No entiendo ¿un aparato de radio?   —Sí.   —No. No tengo pero es que la radio la escucho en el móvil, la tele, el ordenador…   —Claro, claro —me dice. —Pero no sé si realmente lo ha entendido.
Media hora después terminamos. Parece que no tiene prisa por marcharse y yo empiezo a ponerme nerviosa. Tengo trabajo y no muchas ganas de perder el tiempo pero no quiero ser maleducada.
Tiene ganas de hablar. Me explica que él es profesor. Hace este trabajo para sacarse un sobresueldo. Me pregunta si estoy contenta de vivir en Marruecos o si preferiría volver a España.       Hombre… me gusta vivir aquí. Es una ciudad tranquila. Mi hijo aprende idiomas. Es una experiencia. Pero también echamos de menos a la familia, nuestros amigos…   Claro, claro —.Y añade —Yo tengo tres hermanos en España. Dos en Barcelona y uno en Mataró.   —¡Vaya! Entonces ya sabe de lo que le hablo.
Finalmente decide levantar el culo de la silla. Pobre. Sólo hace su trabajo pero es que yo sufro por el mío. Me está robando tiempo y ya voy bastante retrasada. Lo acompaño a la puerta y cuando estoy a punto de despedirme le pregunto:
Perdone ¿sabe cuánta gente vive en Tánger?   —Más de un millón.   Pero… ¿un millón y poco? ¿un millón y medio? ¿Casi dos millones?—No lo sé.
Pues vamos apañados. Tenía la esperanza de que arrojara un poco de luz sobre el tema. Hace tiempo que busco una cifra y no hay manera de encontrarla por ningún lado. Él era mi última esperanza. Tendré que seguir buscando.

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