Es impresionante la cantidad de sueños que acaban en el altillo, en el garaje, en lo más profundo de tu armario o en una estantería perdida en la despensa. Todos estos sueño, personificados (o quizás objetivizados) en aquellas cosas que un día compraste con gran ilusión solo para darte cuenta que te falta tiempo / paciencia / destreza / valor.
En el cajón de tu mesa e trabajo yace un curso de inglés de 10 DVDs con libro un de ejercicios que te compraste hace unos años. Querías aprender inglés para poder viajar más.
En la estantería del garaje está guardado un puzzle de 3000 piezas con la skyline de Manhattan. Montarlo costarías días (o semanas?) y en realidad no tienes ni dónde ponerlo. Te habían dicho que sería una experiencia parecida a la meditación.
En el altillo todavía guardas aquel monopatín que compraste cuando vino tu sobrino de visita. Nunca conseguiste balancearte por más de 2 metros. La idea era pasar más tiempo con él.
En lo más profundo de tu armario subsiste un vestido atrevido que te compraste para la boda de tu mejor amiga. Al final no te lo pusiste, porque en el espejo de casa ya no lucía tan convincente como en la tienda. Y lo que tú querías era finalmente conocer el hombre de tu vida.
Las cosas no son tus sueños y tus sueños no son las cosas
No te confundes: el curso de inglés no es lo mismo que tus ganas de explorar otras culturas. El puzzle no equivale a tu capacidad de meditación. El monopatín no es la clave para la relación con tu sobrino y aquel vestido no es el ticket al matrimonio perfecto.
Todas las cosas que guardas porque “algún día me voy a poner a ello” y “seguramente que algún día encontraré la oportunidad” son pequeños cadáveres que contaminan tus sueños de verdad. Cada uno de estos objetos actúa como un ancla a tus sueños para impedir que vuelan, para que no las realices y para que además te sientas culpable por ello.
¿Y sí desconectaras tus sueños de las cosas?
La pregunta mágica: ¿Qué querías conseguir?
Todos los sueños y aspiraciones que tienes, las puedes conseguir por muchos diferentes caminos.
Puedes aprender el inglés con ayuda de un libro para conocer otras culturas, aunque no es imprescindible. También puedes empezar a viajar por países de habla hispana. Puedes invitar extranjeros a tu casa (con couchsurfing, AirBnB). Conocer a otras culturas no depende de tu libro de inglés. Depende de tus actividades.
La paciencia se puede practicar haciendo un puzzle de 3000 piezas. También puedes inscribirte en un curso de meditación o cuidar de los hijos de tu mejor amiga una noche para que ella pueda ir al cine con su pareja. La paciencia no depende del puzzle. Depende de tu actitud.
El monopatín no es la única forma de pasar tiempo con tu sobrino. Además, a lo mejor ya no es su pasatiempo favorito. Hablar con él regularmente, compartir su vida, hacer actividades que no incluyan el monopatín, eso sí que mejoraría la relación.
Encontrar una pareja no depende del escote que llevas en una boda. Tendrás mucha más oportunidad en actividades que realmente te apetecen, porque encontrarás personas con las que cómo mínimo compartes una afinidad.
Cuando empieces a reorganizar tu casa, a simplificar el caos que te rodea, a deshacerte de estas cosas que hace meses no has ni tocado, hazte esta pregunta:
¿Por qué lo compré? ¿Qué quería conseguir?
Y cuando hayas descifrado tu sueño verdadero, ve a por el y no dejes que un pequeño cadáver te impide encontrar otra salida.