Revista Historia

El cementerio masón de Buñol

Por Masonaprendiz
La izquierda local evitó que se retirase toda la simbología de las logias a pesar que Franco ordenó quitarla en 1938
El cementerio masón de Buñol

José FerrerEs notorio que el cementerio de Buñol es uno de los más singulares de la Comunitat Valenciana. La idiosincrasia de los habitantes de la población y su forma de entender la muerte queda representada en numerosas lápidas, donde se muestra la rivalidad musical de la población, las aficiones de sus vecinos o sus trabajos. No es extraño ver en muchas de las estelas funerarias grabados con escudos de equipos de fútbol, de sociedades musicales, objetos relacionados con el trabajo del finado o emblemas de su filiación sindical o política. No obstante este camposanto guarda otra particularidad que le confiere un valor muy importante y que le sitúa entre los más originales de toda España, la huella de la masonería.
Para Franco los masones fueron una obsesión. En su ideario político no había cabida para este grupo y así lo manifestaba con mucha frecuencia en sus discursos, donde hacía referencia a la "conspiración judeomasónica".
Esta obsesión fue tan manifiesta, que el 21 de diciembre de 1938, Franco, publicó un decreto ordenando que todas las inscripciones o símbolos de carácter masónico o que pudieran molestar a la iglesia católica fueran eliminados de todos los cementerios de la zona nacional en el plazo de dos meses.
Buñol en ese momento estaba en territorio republicano, aunque después de finalizar la guerra y a consecuencia del equilibrio entre la derecha y la izquierda en la población, los emblemas relacionados con la masonería que había en muchas tumbas del cementerio civil, nunca fueron retirados. Esta circunstancia ha provocado que en este camposanto, hoy ya unido al católico, existan tumbas con alegorías masónicas fechadas a principios del siglo XIX. No es extraño ver el triangulo, el compás y la regla o las columnas truncadas, que en otros cementerios con la orden de Franco se coronaron con cruces.
Un vecino de la población explicó, que después de finalizar la guerra siguieron enterrando masones en el cementerio de Buñol y continuaban poniendo la simbología a pesar de la prohibición. Lo mismo hacían personas vinculadas con la izquierda, que no dudaban en colocar emblemas relacionados con su filiación política o sindical en los nichos.
La mecánica de los sepelios no era la habitual, sólo podían participar en el duelo los familiares más allegados y una pareja de la Guardia Civil los acompañaba el féretro desde la salida de su domicilio, y posteriormente a los familiares hasta su regreso a la población y vuelta a sus hogares, para evitar que se realizaran grandes concentraciones de personas no afectas al régimen.
La fuerza de la izquierda en Buñol, que devolvía todos los golpes que le asestaba la derecha, era tal, que años después de finalizar la guerra civil y viviendo el dictador, llegaron a inhumar a izquierdistas y masones en el cementerio católico.
Fuente: Diario Levante

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