Parece empeñado el fútbol en demostrar que todo lo puede. Lo hizo hace dos años cuando aquél Inter de Mourinho le impidió al Barcelona repetir el título que había conseguido ante el Manchester United y lo repite el Chelsea ante éste que también venía de consagrarse ante los diablos rojos en 2011. La mejor frase para resumir la locura que vivió en Camp Nou en tres días fue la de Fernando Torres, autor del 2-2 final, quien sentenció: “En el fútbol no siempre gana el mejor”. ¿Pero ante Chelsea el Barcelona fue mejor?
Cuando el mejor equipo de los últimos años, y uno de los más grandes de todos los tiempos, no puede ganar ninguno de los dos enfrentamientos ante el Chelsea más debilitado de la era del magnate ruso Roman Abramovich al frente del club, es que algo no anda bien. ¿Qué lo peloteó en Stanford Bridge? Es cierto. ¿Qué tuvo casi el 80 % de la posesión de la pelota en el Camp Nou? También lo es. Pero también hay que decir que en Inglaterra erró mucho y sufrió en la única que el Chelsea lo agarró mal parado (gol de Drogba) y que como local estuvo 2-0 y con un jugador más durante casi 60 minutos por la expulsión de Terry. Esos son detalles que al más alto nivel no se pueden perdonar y que a pesar de no ser atacado prácticamente en toda la serie lo sufrió.
¿Cómo se explica que un equipo que metió a todos sus jugadores en su propio campo (casi 8 dentro del área) y sin ambición de atacar te eliminó por haberte convertido 3 goles en la serie? Esa será la misión de Pep Guardiola en las próximas horas. Porque esta tarde se volvió a ver a un Barcelona protagonista desde la tenencia pero no desde el protagonismo. La tuvo porque el Chelsea no la quería (de forma más grosera de la que no la quiso el Real Madrid el sábado) pero salvo pequeños chispazos, en dos opciones de Messi, no podía generar peligro.
Todos los caminos recordaban a la eliminación con el Inter en 2010, pero apareció Cuenca para habilitar a Sergio Busquets y la serie estaba igualada. Llegó una nueva burrada de Terry (¿siempre se borra en las díficiles?) pegándole sin pelota a Alexis Sánchez y siendo expulsado, y enseguida el segundo del Barcelona con una contra perfecta manejada por el chileno, Messi (lo mejor que hizo en la noche catalana) e Iniesta, para que el número 8 defina con toda su categoría.
Todo parecía resuelto para que el mejor del mundo goleara y así sellara su pase a la Gran Final de Munich. Pero en el último suspiro del primer tiempo apareció un nuevo pase bochinesco de Lampard (como el que puso en Inglaterra) para que el brasileño Ramires se olvide de pegar y la pique ‘a lo Messi’ para silenciar lo que era una fiesta. Otra vez a remar. Pero en el arranque del complemento Drogba mostró lo peligroso es que los delanteros defiendan dentro del área y bajó a Fabregas. Penal. Pero el mejor de todos siguió con la maldición ante Chelsea y estrelló su remate en el travesaño.
A partir de ahí el local jugó el partido que quiso el Chelsea: con tenencia pero sin sorpresa y profundidad. Los ingleses llevaron el partido a su área, con el riesgo que ello significa, pero salvo un disparo de Messi en el palo no terminaron sufriendo. Es más, lo terminaron liquidando con una contra letal del Niño Torres en el último minuto del partido. Se acabó el reinado en Europa, por lo menos en los resultados. Habrá un nuevo campeón en la Champions porque el ultradefensivo Chelsea eliminó al todopoderoso Barça en su propio patio. ¿Que no es justo? ¿Qué no gusta su estilo? Vayan a decírselo al fútbol que sigue empeñado en demostrar que es el único que manda…