Amanecía, y parecía que los rayos del sol pintaban de amarillo las hojas de los árboles motivando a que las aves comenzaran sus aleteos, y volaran en busca de comida.
Un gorrión que se bañaba con los rayos del sol, aún permanecía en la rama de un frondoso árbol soñando despierto:_ ¡Es un nuevo amanecer! ¡Una nueva oportunidad para hacer realidad mi sueño!Seguidamente alzó su pico y mirando hacia el cielo agitó sus alas y comenzó a volar manteniendo un buen equilibrio. En la velocidad del vuelo el viento era como un suave silbido en su cara haciéndole sentir una sensación agradable.Más desde lo alto de un pino un pajarraco observaba con incredulidad el intento del gorrión de volar muy alto y comenzó a gritarle:_ Estás limitado para volar alto, recuerda que eres un gorrión._ No es sólo volar lo que importa, sino alcanzar las alturas_ respondió el gorrión mientras aleteaba con más fuerzas. Manteniéndose en vuelo por varias horas, le cogió la noche y aún en la oscuridad conservaba su vuelo.Pero un cuervo que estaba en la cima de una montaña balanceándose en una hamaca que colgaba de un árbol, al percatarse del vuelo del gorrión entre burlas le vociferó:_ ¡Vuelve atrás, tú no naciste para volar de noche, ni tienes ojos de búho!_ ¡Las noches siempre tienen la luz de la luna, para mostrarte senderos luminosos!_ le cantó el gorrión.Al escuchar esto el cuervo sintió gran enojo y acercándose al gorrión le dio un picotazo hiriéndole en una de sus alas. Dolorido, el gorrión pensó en descender y volver atrás; pero pensó que estaba cerca y que podía seguir luchando.Y de pronto, un viento tempestuoso comenzó a soplar tan fuerte que el gorrión pensó que le estaba golpeando la cabeza, y sintió tanto miedo que quiso descender y volver atrás.Asustado, utilizó sus párpados y limpió sus lágrimas, luego cerró los ojos contra el viento hasta transformarlos en dos pequeñas rayas. Y luchó contra el viento agitando sus alas con más fuerzas y gritó:_ ¡El cielo es el límite! ¡Yo nací para lograr cosas grandes! _Y una vez más apuntó su pico hacia el cielo azul y continuó volando.Finalmente cuando llegó a las alturas el gorrión descubrió un maravilloso lugar donde los colores del arcoíris formaban un puente sobre la copa de cada árbol. Estos árboles producían ricos alimentos y sus hojas dejaban caer frescas gotitas de aguas. Balanceándose sobre una hamaca, disfrutando de un buen manjar y bebiendo una copita de agua fresca, el gorrión cruzó sus patitas y pensó:_ ¡Vale la pena aprender a superar nuestras limitaciones!Autora: María Abreu
(Isaías 11: 6-9)&version;