A tono con las declaraciones de Naomi Klein en la entrevista que Diana Moreno le hizo para el diario costarricense Informa-Tico, en Argentina buena parte del sector audiovisual también intenta vislumbrar el futuro libre de coronavirus, y encontrar el verbo que conviene conjugar cuando hablamos de Normalidad: ¿volver, recuperar, retomar o deconstruir, reinventar, innovar? Acaso una de las expresiones más nítidas de este análisis colectivo sea la charla virtual El cine que viene después de la pandemia, que Hugo Castro Fau moderó a fines de mayo pasado, y de la que participaron Fernando Krichmar Porto en representación de la asociación de Documentalistas de Argentina (DOCA), Vanessa Ragone en nombre de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica (CAIC) y el docente y productor cinematográfico Pablo Rovito.
«Es muy difícil construir haciendo borrón y cuenta nueva» sostuvo Krichmar Porto en una exposición que puso en evidencia el desencanto de los integrantes de DOCA con la nueva gestión del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. «Muchos documentalistas teníamos esperanzas de que fuera a generarse un clima de diálogo con quienes más resistimos el modelo macrista pero por ahora estamos encontrando muy poco eco» afirmó el también coautor de El futuro llegó, Seré millones, De trapito a bachiller. «Nos reciben funcionarios de segunda; a veces lo que dicen no se cumple, mientras las autoridades nacionales se reúnen con grandes empresarios televisivos«.
Krichmar Porto contó «cuatro pedidos formales de audiencia» para plantearle al presidente del INCAA, Luis Puenzo, «una serie de posibles soluciones a los problemas administrativos» heredados de la gestión anterior y agravados por el aislamiento obligatorio. Todavía no había salido publicada la Resolución Nº 282/2020 cuando el vocero de DOCA señaló «veinte proyectos» cuyos autores no conseguían cobrar los fondos obtenidos por concurso.
El expositor señaló además la permanencia de algunos funcionarios macristas en al menos dos gerencias. «Hay muchos zorros cuidando el gallinero» graficó.
Krichmar Porto comparó el INCAA de Ralph Haiek con una «máquina de obstruir» que en los últimos dos años «ni siquiera nombró a los integrantes del Consejo Asesor» y reclamó que la gestión actual cumpla la Ley de Cine. «No hace falta crear otra, por ejemplo, para cobrarles el famoso impuesto del diez por ciento a Netflix, que está facturando 22 millones de dólares por mes en nuestro país, a Cablevisión Flow y demás difusoras de contenidos». Luego espetó: «Creo que hay una pelea política que dar en ese sentido».
Krichmar Porto, Ragone y Rovita conversaron vía a fines de mayo a través de Jitsi Meet.Antes de marcar desacuerdos y coincidencias con Krichmar Porto, Rovito invitó a pensar la postpandemia en función del planteo en torno a la Normalidad. «El devenir histórico se cortó en determinado momento y (esta interrupción) permite evaluar el estado de la producción, la exhibición, la formación cinematográficas hasta ese entonces», observó. Un poco como Klein en la entrevista mencionada, el ex rector de la ENERC desaconsejó volver «a eso que considerábamos normal».
Desde esta perspectiva, el productor sugirió la posibilidad de que la Ley de Cine necesite algún refuerzo. «A diferencia de Fernando, creo que el tema del diez por ciento está muy encarajinado y que la Ley 24.377 no alcanza para resolverlo; en cambio sí estoy de acuerdo con que hay que discutir ese tema».
Luego precisó: «Netflix ya tributa; falta que ese dinero llegue al cine». Para Rovito son varios los temas de debate: «cómo hacer para que eso suceda», y cómo asegurar que empresas como Netflix produzcan en el país, reserven un espacio considerable de sus plataformas para el cine argentino; y lo dejen participar del diseño del logaritmo de difusión de los contenidos programados.
También en coincidencia con Krichmar Porto, Rovito criticó la permanencia de gerentes de la gestión anterior en el INCAA a cargo de Puenzo. Asimismo cúestionó la designación del ex vicepresidente del Instituto Fernando Juan Lima como presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Por otra parte, el coproductor de Violeta se fue a los cielos advirtió que «se le complicó a mucha gente del cine» acceder a los beneficios que la Administración Nacional de la Seguridad Social estableció para la ciudadanía más afectada por las consecuencias económicas de la pandemia. «Ahí habría que poner gran parte del esfuerzo; la otra parte debería ir en pensar cómo volver a producir o qué se puede producir en las condiciones actuales».
Aunque más conciliadora que sus colegas expositores, Ragone también señaló fallas institucionales de comunicación, administración y acción que redujeron las expectativas iniciales en torno a la designación de Puenzo y Nicolás Batlle al frente del INCAA. «Está faltando diálogo; nosotros también lo notamos desde la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica; de hecho nos costó mucho tener una conversación con el presidente del Instituto».
Dicho esto, la realizadora calificó de positivos los encuentros con empresarios del sector audiovisual, pues «hay un mundo de producción posible», y sugirió «mirar lo que nos pasa desde una perspectiva más amplia o menos doméstica». Luego se explayó: «Estamos muy centrados en el INCAA, que es una pata de una mesa mucho más grande, que se apoya sobre una pata financiera y otra fiscal; reconocer esto es indispensable para seguir trabajando».
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Importante. Esta nota transcribe fragmentos de la charla virtual mencionada, que el presidente de DOCA, Juan Mascaró, subió a YouTube.