Entrevista a Mahamet-Saleh Haroun from Masiva Films on Vimeo.
Una persona que grita, es una película que relata la tragedia de la guerra civil en Chad de una manera sencilla, costumbrista, y situando la cámara como espectadora de la historia sin tratar de manipular en ningún momento al espectador a través de sus posibilidades técnicas.
Adam Ousmane (Youssouf Djaoro) al que sus amigos llaman “Champion” por un título mundial que ganó como nadador para África en 1965 trabaja en un hotel de Chad junto a su hijo Abdel Ousmane (Dioucounda Koma) . Los dos atienden la piscina del hotel, algo que para Adam es muy importante y a lo que ha dedicado toda su vida.
Desde el comienzo se sienten de fondo los ecos de la guerra civil pero sin salir del hotel o del domicilio de los Ousmane; somos testigos de ello gracias a los medios de comunicación que informan de cómo los rebeldes del Frente Nacional de Liberación de Chad atacan a los leales al Gobierno Central. Lo que comenzó como una revuelta en contra de la gran cantidad de impuestos que tenían que pagar los campesinos se convierte en algo más serio que empieza a afectar a la vida diaria en forma de toques de queda y tensiones sociales.
Adam, en lo que es un golpe muy duro para él, es relegado de su trabajo en la piscina en sustitución de su hijo y le ponen a levantar la barrera de paso para los clientes que llegan al hotel; la mayoría de ellos de raza blanca.
La afectuosa relación entre padre e hijo, como en la primera escena en la que compiten a ver quien dura más bajo el agua, se enfría a partir de esta nueva situación. Adam ve como una traición de su hijo, aunque él no sea el culpable, su traslado del puesto en la piscina. En una decisión de la que luego se arrepentirá se pondrá en contacto con uno de los líderes gubernamentales de su distrito, quien en sucesivas ocasiones le había pedido a Adam que efectuara un esfuerzo económico con las organizaciones patrióticas, y acuerda que su hijo sea llamado a filas para luchar contra los rebeldes, recuperando su puesto como responsable de la piscina del hotel.
En una estructura cíclica la película terminará con el agua como protagonista y como elemento simbólico de una materia de vital importancia para nuestro protagonista, su etnia y su país.
La película esta dividida en tres actos que no están remarcados por el autor pero que actúan como hilo narrativo de la historia: el destierro, el rencor, y el arrepentimiento. En el primero vemos la preocupación de Adam por sentirse mayor y en desigualdad de condiciones frente a su hijo para seguir desarrollando su trabajo, posteriormente entrará en una fase de distanciamiento de su familia, y finalmente se sentirá arrepentido de sus actos.
En lo que es una crítica directa a la política y la situación en el país Adam comentará a su mujer “no soy yo el que cambia, es el mundo el que esta cambiando”. Relacionado con esto último, Mahamat-Saleh Haroun en la entrevista que se pude ver en la parte superior de este post, cortesía de Enfilme.com, comenta como la guerra civil afecta la vida privada de las personas y la violencia se convierte casi en algo cultural.
Es de destacar la verosimilitud de la puesta en escena y la forma sosegada de mostrar la vida de los protagonistas en contraposición con esa dureza que se puede sentir en el trasfondo, la música extradiégetica es prácticamente inexistente durante toda la película lo que viene a confirmar esa economía narrativa y visual que de manera acertada ayuda a crear una atmosfera que da realismo a la historia.
En contraposición con el cine asiático que desde hace años esta de moda en festivales de todo el mundo el cine africano es de más difícil acceso, por ello es de agradecer que esta película fuera incluida en el Festival de Cannes del 2010 en su sección oficial.