Georges Méliès estuvo presente en la exhibición que los hermanos Lumière hicieron de su cinematógrafo. Ellos se dedicaban a rodar escenas cotidianas y estaban convencidos de que el cine sería una moda pasajera que se olvidaría en unos 18 meses. Méliès, en cambio, supo ver el potencial que tenía este invento para crear historias y se aferró a la idea de llevarlas a cabo. Quiso comprarles la máquina, pero los Lumière se negaron a venderla. Esto no detuvo a Méliès que se hizo con una y comenzó a rodar sus películas que exhibía en un teatro que había comprado.
El cine fue un éxito desde el principio, dejando asombrados a todos los espectadores. Sin embargo, entrañaba sus riesgos, ya que se producían con cierta frecuencia incendios llegando a perder la vida numeroso público. Así pues, el cine tuvo que dejar los teatros y conformarse con las barracas de feria. Un narrador iba contando a los espectadores lo que iba ocurriendo. A la hora de comprar una película se podía elegir entre la versión en blanco y negro y la coloreada.Méliès hacía todo en su película, desde los guiones a los decorados. Incluso, creó sus propios estudios.En 1902 Méliès rueda su obra maestra Viaje a la Luna, el primer largometraje de la historia. Duraba 16 minutos y nadie quería comprarla, les parecía demasiado larga. Tuvo que hacer una exhibición pública para que fuera aceptada. Rápidamente cosechó un enorme éxito.Tras la Primera Guerra Mundial los gustos cambiaron y la competencia empezó a darse cuenta del enorme negocio que era el cine. Méliès se arruinó y fue cayendo en el olvido. Vendiendo juguetes en una estación de tren lo encontró Druhot y mediante homenajes consiguió rescatar del olvido a este genio del cine. Los surrealistas recuperaron su obra.Esta última parte de su vida es narrada (como tema secundario) en la magnífica película La invención de Hugo (2011), donde el protagonista conoce a Méliès en la tienda de juguetes.
