El cinismo de la clase política (o al menos de alguna) raya en la desvergüenza si no en el delito.
Resulta que ahora nos sobran los dineros y el Estado se quiere permitir dejar de recaudar entre 7.700/9.000 millones de euros en un momento en que todos los indicadores socioeconómicos nos están hablando de pobreza y de pobreza extrema. Nos dicen, por ejemplo, que en España la brecha abierta entre los más ricos y los más pobres ha crecido exponencialmente; que la pobreza se ha instalado en nuestro país como pedro por su casa y que además se está haciendo crónica; que más de un millón de familias no están cobrando nada; que los comedores están llenos a rebosar y que se está pidiendo a las administraciones que los comedores escolares no cierren durante este verano porque hay desnutrición en nuestra población infantil.
Hasta nuestros parlamentarios de Cataluña —en una decisión de “máximo altruismo”— han aprobado una ley por la que no cobrarán dietas por asistir a reuniones. Eso sí, se trata de una decisión temporal y mientras los funcionarios sigan sin percibir las 14 pagas que en derecho les corresponde y que la Generalitat se las viene robando desde que comenzó la crisis. Y para que no dudemos de en dónde se mueven las cosas, la ley se aprobó con los votos en contra de Convergencia i Unió (CiU) y la abstención del Partido Popular de Cataluña (PPC), supongo que en ambos casos por coherencia ideológica con Madrid, pues no hubiese dejado de ser incoherente pedir dinero a los políticos, cuando Madrid, el gobierno de derechas del PP, dice que nos sobra. Por cierto, me gustaría saber lo que cobran los políticos y altos cargos por cada una de esas reuniones que ahora dejarán de cobrar —siempre que el señor Más acceda a aplicar la ley aprobada, pues no está claro que lo vaya hacer, ni que esté obligado a hacerlo—, seguramente, me imagino, que el monto de una dieta superará los 400€ al mes de la PIRMI que tantas trabas administrativas se ponen para concederlas; de hecho la crisis ya motivó, en el año 2011, su “reajuste” (donde digo “reajuste”, léase “recorte”).
Pero mientras nuestra clase política sigue pensando en sus elecciones y en sus bajadas de impuestos, Omar, que sigue en la calle, sin papeles y sin derechos, el martes no pudo comprar los antibióticos y antinflamatorios que necesitaba. Siete días antes alguien/algo le rompió el maxilar derecho (consecuencias de vivir en la calle), se lo llevaron de urgencias y le operaron de urgencias, luego le devolvieron a la calle con recetas, sin medicamentos y sin derecho a descuentos para comprarlas…
—Porque ¿sabes, Omar?, en este país bajamos los impuestos, pero no hay dinero para que la sanidad sea universal, ni para que tú, y tantos otros como tú, puedas tener una vida digna, ni aspirar tan siquiera a acceder a un sociosanitario donde reponerte de una operación, con la medicación accesible y regulada.
Pero ¿sabes, Omar?, todo esto, dicen, es demagogia… Sin embargo bajar los impuestos, cargarse lo público, recortar derechos… eso es hacer política de estado, eso es luchar por el bienestar futuro… Hay que arreglar la macroeconomía para que lleguen las migajas a los que están abajo, a los micros, a los que no se ven… ¡los que están arriba, ya tienen los platos llenos!: ¡ellos no están para demagogias!
Pues, mira, Omar, yo pienso que ellos no harán demagogia, pero hacen unas grandes putadas, demagógicamente hablando. Y, si no, que te vayan a ver a la plaza.