En las revoluciones, como en todo proceso de cambio, siempre hay un momento crítico donde o pierdes o empiezas a ganar. En ese momento, casi siempre te la juegas por culpa de una guerra que no va contigo pero convoca a tu pueblo que la siente como propia. El poder tiene la llave del armario donde se guardan las viejas banderas. Su último recurso es sacarlas para decir que la patria está en peligro y sólo ellos pueden salvarla.
Los revolucionarios franceses levantaron una nueva patria poniendo en las mochilas de los soldados la enciclopedia. Los revolucionarios americanos no levantaron cabeza hasta que ganaron una guerra peleando junto a los negros contra otros norteamericanos. Y los revolucionarios rusos, que sabían que la guerra tenía que acabarse para que la revolución tuviera un hueco, tuvieron que medir los tiempos porque oponerse a la guerra les convertía en traidores para el pueblo. Nunca se olvidaron de que su objetivo era la paz. La sensatez les dio la victoria. ¿Y España?
Nuestra guerra de banderas entre la estelada y la roja y amarilla, hoy está derivando en un sainete cómico, pero ha tenido tintes de tragedia.
Podemos no quiso ignorar la confrontación y decidió apostar por la sensatez en mitad de la pasión. Podemos ha sufrido en las costas catalanas su desembarco de Normandía. Con bajas, momentos de confusión y mucha propaganda de las fuerzas enemigas anunciando cada día su derrota. Pero la verdad es que Podemos había abierto una cabeza de playa que marca el fin del bipartidismo. El CIS dice que, pese a todo lo que ha pasado en Catalunya, Podemos tiene el 19% de los votos. En su peor momento. El PSOE sigue cayendo por su tacticismo cobarde y el PP naufraga por ladrón y carecer de proyecto de país. Ciudadanos sube porque ha construido un relato sólido que disfruta de una luna de miel en los medios pero con el problema, como en todas las otras veces, de hundirse en cuanto hablen de algo. España, dice el CIS, se ha movido.
Los que sueñan con mirar hacia atrás, se convertirán en estatuas de sal donde las únicas que escriban sobre ellas su gloria serán las palomas con su huella certera e inocente.
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