Los cambios climáticos influirán siempre de forma favorable o desfavorable sobre los seres vivos, dependiendo de las circunstancias concretas y de la capacidad de adaptación y aclimatación de cada sujeto.
Estos factores ambientales pueden ser el origen de cambios visibles en los sujetos afectados por determinados procesos, puesto que los factores climáticos pueden tener una repercusión importante sobre aquellas personas dotadas de una especial sensibilidad.
Afecciones reumáticas
Para este tipo de pacientes, actúan como factores desfavorables, entre otros, la humedad, el frío, los vientos y las lluvias y, como favorables, las temperaturas elevadas entre 20º C y 30º C, la ausencia de vientos y las zonas secas y soleadas con baja humedad relativa, es decir, que no sobrepase el 60 %.
Los climas más favorables para los enfermos reumáticos o con secuelas de traumatismos son los de la llanura y baja montaña, siempre que presenten las características antes señaladas.
Pueden beneficiarse incluso del clima marítimo, cuando no éste no sea excesivamente estimulante y sean zonas soleadas y protegidas de los vientos, y cuyo único factor no favorecedor es la humedad relativa excesivamente elevada.
Afecciones respiratorias
La existencia de unas circunstancias climáticas con un aire limpio, con una temperatura y humedad adecuadas, puede mejorar el trofismo de la mucosa respiratoria, estimular la motilidad ciliar y las secreciones mucosas. Ambientes excesivamente secos pueden dificultar la motilidad ciliar y las secreciones. Por el contrario, los ambientes excesivamente húmedos pueden favorecer el desarrollo de gérmenes.
Un ambiente puro, con temperatura y humedad adecuadas, que puede incluir tanto el clima de llanura como el costero, si están protegidos de los vientos, es favorable para la mejora de los procesos catarrales de vías altas. En las formas atróficas, puede ser beneficioso el clima estimulante marítimo, pero siempre si se protege de los vientos y de los grandes cambios de temperatura, que pueden favorecer la aparición de procesos agudos.
Ante estas disfunciones del aparato respiratorio, el clima más aconsejable es el de llanura alta y media montaña, mientras esté protegido de los vientos y la humedad relativa media varíe entre un 50% y un 65 %, puesto que la composición del aire puro y la presión atmosférica son favorables para el buen trofismo de la mucosa.
Hace unos años, estos tratamientos climáticos eran de gran utilidad en los procesos tuberculosos. Actualmente, tras la aparición de la quimioterapia específica, estas curas han caído en el olvido, aunque no por ello hayan perdido su eficacia, pudiendo ser un complemento positivo a la terapéutica actual
Afecciones renales
Para este tipo de pacientes resulta beneficioso el clima de llanura y de media altitud.
Son enfermos que evolucionan bien con el calor, siempre que se compensen las perdidas hídricas por sudoración con una abundante ingesta de agua; por el contrario, responden de forma negativa al frío, ya que éste produce la alteración de la filtración glomerular.
Afecciones dermatológicas
Los factores climáticos tienen una influencia muy directa sobre el revestimiento cutáneo, pudiendo actuar de forma significativa sobre las distintas afecciones de la piel.
Los climas de montaña y marítimo, por su elevada radiación solar, actúan de forma favorable en distintas dermatosis, destacando las psoriasis, la cual se beneficia del clima marítimo, sobre todo si éste es asociado a técnicas de talasoterapia y helioterapia.
En los procesos irritativos y pruriginosos, debemos evitar los climas estimulantes porque pueden agravar la sintomatología específica.
Afecciones alérgicas
Ante cuadros alérgicos, las curas climáticas y los cambios climáticos pueden resultar de gran interés. Las reacciones a factores alérgicos exógenos se pueden solucionar con el cambio de lugar en los periodos en los que el agente alérgico está presente en esa determinada zona.
Para los procesos alérgicos respiratorios el clima más favorable es el de media montaña con altitudes próximas a los 800 metros. En este efecto favorable interviene la pureza del aire, con ausencia de factores alergénicos, la reducción de la presión atmosférica y de la tensión de oxígeno, que mejoran la dinámica respiratoria.
Distintos autores señalan que, en los pacientes asmáticos, el clima de montaña mejora las condiciones de la ventilación pulmonar, produciéndose un aumento del volumen respiratorio por minuto, y la disminución del aire de reserva sin que haya variaciones importantes en la frecuencia respiratoria.
Otro clima que también puede resultar beneficioso para los procesos alérgicos es el marítimo, debido a la pureza del aire, sobre todo si nos alejamos de la costa, y a la riqueza en aquel de los elementos que mineralizan el agua del mar, interviniendo también la elevada humedad relativa y una temperatura y presión atmosférica constantes. Este conjunto de propiedades producirá un efecto estimulante, sobre todo en los primeros días, que favorecerá la activación de las funciones orgánicas, para pasar a ser sedante en una fase posterior, produciendo una disminución de la frecuencia cardiaca y respiratoria y un aumento de la amplitud de los movimientos respiratorios. A la vez se produce un predominio simpático, favorable en los procesos alérgicos.
Este efecto estimulante no resulta beneficioso en principio para los asmáticos adultos, pero ha producido muy buenos resultados en niños asmáticos, si se realiza una aclimatación progresiva, se analiza cuidadosamente su respuesta y se les mantiene en este clima un periodo de tiempo prolongado. En estos casos es de vital importancia el estado del aire, puesto que si esta contaminado por la presencia de fábricas con emisiones atmosféricas contaminantes, éstas serán responsables del desencadenamiento crisis asmáticas en los niños.
Por ello, es necesario valorar los climas teniendo en cuenta sus circunstancias especiales, ya que, en un mismo clima, estas variaciones pueden determinar efectos totalmente contrarios.
En el asmático adulto evitaremos el clima marítimo y buscaremos los beneficios del clima de media montaña, que mejora el espasmo bronquial, reduce la hipersecreción y aumenta el efecto simpático favorable.
En las manifestaciones cutáneas alérgicas, el cambio climático favorecer mejorías sintomáticas. El clima más favorable es el que se sitúa entre los 700 y 1500 metros, evitando el clima marítimo y el sol, sobre todo en las fases más agudas. Esto dependerá de características individuales, pues dependerá del estado evolutivo y de las circunstancias especiales de la zona marítima.