Siempre me hizo gracia cómo los chavales (chicos), a la edad de pupitres y pizarras, parecían tener una obsesión con sus genitales considerable. Recuerdo las risitas, las frecuentes referencias implícitas y explícitas, los dibujos en las mesas de estudio. Los penes han sido siempre una fuente de constante atención, una excusa para las bromas, para los comentarios jocosos, para la adulación de los grandes y la socarronería de los pequeños.
Sin embargo, en todos los años de primaria, secundaria y en este lustro que llevo de vida adulta, me he ido dado cuenta de que las mujeres, las niñas y las chicas hemos sido extrañamente más discretas, más incómodas, más vergonzosas. Es una de las cosas que me molesta de nuestro género: esa tonta y exasperante timidez que mostramos la gran mayoría cuando de nuestras partes se trata.
Aunque los coños (también conocidos como vaginas, vulvas, panochas, pesetas, etc.) han cobrado poco a poco más protagonismo en la esfera pública y han reivindicado su presencia en la sociedad, todavía hay un gran olvidado en todo este asunto: el clítoris. Tal vez por su posición estratégica, por los tabús sociales y religiosos, y por obvias razones machistas y patriarcales, a este pobre órgano se le ha negado una fama más que merecida. Siendo el único del cuerpo humano diseñado exclusivamente para provocar placer, ha existido siempre una conspiración para mantenerlo en el obscurantismo, un total desconocimiento de cómo funciona, un desentendimiento tremendo de los mecanismos que hacen de esta pieza una maravilla de la anatomía femenina.
Por suerte, la falta de visibilidad se puede curar de forma relativamente más sencilla en nuestros días gracias a la información. Más concretamente, gracias a las imágenes y los vídeos. Y si estás pensando en porno, meeec, te equivocas de pleno. Me refiero a este estupendo corto de animación creado por Lori Malépart-Traversy en el que de forma amena y concisa se nos muestra una breve historia del clítoris. Como no podía ser de otra manera, uno de los aspectos más interesantes de todo esto es que este gran desconocido "fue descubierto" por hombres, pero, más impresionante aún, es cómo esos supuestos hombres de ciencia como Freud le declararon la guerra llegando a decir que no servía para nada. Supongo que para muchos era muy duro el digerir y asimilar que el placer femenino puede conseguirse sin la presencia de un falo, algo así como un ¡ZAS, en todo el orgullo masculino!
No obstante, el clítoris siguió representado para estas figuras masculinas un misterio que nunca llegaron a entender. De hecho, para muchos todavía no se han desvelado sus secretos, bien porque no han podido, no han sabido o no han querido. Como poco a poco las mujeres hemos ido reclamando lo que es nuestro, la luz va ganando terreno, y el clítoris se abre paso con éxito rotundo para dejar de ser una incógnita. Pero eso sí: ahora somos nosotras las que hablamos en su nombre, que pa' algo es nuestro. Y porque la que sabe, sabe.
Por Mrs. Sofía el 11/7/2017