Nos pasamos la vida intentando hacer las cosas lo mejor posible para no tener que lamentarnos y “sufrir” las consecuencias después. Estamos educados de esa manera y eso es lo que hemos aprendido desde la cuna: la percepción de que cometer errores está mal.
Para evitarlo nos entrenamos como quien va a la guerra, con todas las herramientas que la escuela, los medios de comunicación y las fuerzas poderosas (léase economía, política, poder) nos hacen creer que son buenas para nosotros. Por otro lado compramos libros, cursos, y nos nutrimos de herramientas que nos ayudarían a equivocarnos la menor cantidad de veces posible.
Cuando observamos los errores ajenos tendemos a tener dos reacciones: Los juzgamos, y automáticamente o afirmamos que nosotros nunca haríamos tal cosa, o deseamos con todas nuestras fuerzas que no nos ocurra lo mismo que al otro. Sin saber que dentro de estas reacciones no hay más que miedo.
Esquivamos todo el tiempo lo que es percibido como error en nuestro mundo, tal cual como lo conocemos.
¿Pero sabes qué? dentro del error se encuentra el tesoro.
Siempre se dice que estamos en esta vida para aprender, ¿pero realmente nos permitimos hacerlo? la mejor manera de aprender no es evitando las equivocaciones a toda costa, o culpabilizarnos y hacer todo lo posible porque eso no vuelva a suceder si las cometemos. Cuando hacemos esto, la mayoría de las veces eso que tanto evitamos al final sí se vuelve a repetir, y comienza a girar en un círculo demasiado vicioso: mismas relaciones, misma situación laboral, económica, de salud, familiar, mismo todo. Y así por 84 años más
El tesoro está justamente en hacer todo lo contrario: en aprender qué hay en el corazón del error. Qué es lo que este nos tiene que enseñar. Y una vez que lo veamos, lo mejor que podemos hacer es identificarlo, aceptarlo y una novedad: integrarlo.
Lo que percibimos como error es solo una posibilidad más. Y si la reconocemos e integramos, tiene altísimas probabilidades de que su enseñanza sea aprendida y no se vuelva a repetir, pero esto ocurrirá por sí solo, como una consecuencia de la identificación sincera.
¿Te has detenido a pensar que a lo largo de los últimos 20 años es probable que haya cosas en tu vida que nunca acaban y siempre vuelven a suceder?
¿Qué situaciones repites una y otra vez ?
¡Encuentra tu tesoro, no lo evites ni lo escondas!
Con cariño, Candela