Una de las condiciones que hacen posible la comprensión de los fenómenos (sea en la ciencia, el arte o la religión, por ejemplo) está en su intrínseca “historicidad”. Por eso una de las tesis claves de la hermenéutica filosófica está en afirmar que la comprensión, la experiencia del mundo, es su núcleo “histórico”. Pero, ¿qué significa esto? Supone destacar el enorme y decisivo peso de la tradición. ¿Y cómo concibe este autor la tradición? Es aquí donde tiene un papel central el concepto de “historia efectual”?
Hans Georg Gadamer
La idea básica es la siguiente: una obra (sea científica –los Principia de Newton-, artística –El Quijote de Cervantes-, religiosa –el Corán-, etc.) trasciende el contexto en el que ha surgido. Es decir: cada obra relevante en un campo tiene unos “efectos”, unas repercusiones o un influjo en la posteridad (en lo que “viene después”). Cada “efecto” de una obra del pasado –una obra heredada- es una específica “recepción” -interpretación- de esa obra. La historia efectual -subraya Gadamer- es siempre plural, múltiple, variada; está tejida por el juego recíproco de “repetición”, pues la obra legada es siempre la misma, y “diferencia”, pues cada nueva interpretación saca a relucir aspectos distintos antes desconsiderados u ocultados.
La historia efectual define, por otra parte, una dinámica o un proceso inacabable en razón de la riqueza propia de cada obra heredada (Gadamer rechaza la tesis moderna, presente en Kant o en Hegel, de que hay un fin de la Historia).El significado profundo de este concepto reside en que pone de relieve que el presente, la actualidad de una época del mundo y de la comprensión en torno a la que se articula y en la que se define, depende del pasado, de la tradición, es decir, de los efectos constantemente renovados de las obras heredadas. Este es el contenido principal del concepto gadameriano de “historia efectual”.