Revista Cocina

El Congreso aprueba la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición

Por Alejandropumarino

El Congreso aprueba la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición

El sistema socialista consiste en intervenir la vida de los ciudadanos (y ciudadanas) hasta límites insospechados, haciendo buena la paradoja que que se incrementa la libertad a base de prohibiciones. A la limitación de velocidad arbitrariamente establecida en 110 kilómetros por hora, sin un solo estudio serio que justificase el ahorro energético, se suma la de fumar en espacios privados, haciendo un daño irrecuperable a la hostelería; también la imposibilidad de consumir alcohol en presencia de unos menores a quienes hace pocos años, se les recomendaba un vino quinado para abrir el apetito. En fin, le toca ahora la redundancia legal a la bollería, haciendo responsables a los fabricantes de la comida basura, entre otras cosas. El culpable de consumir huevos con patatas fritas, que espero no se vean afectados por esta medida para defender nuestra libertad, es el ciudadano que se los come, por muy malos que sean para nuestras cifras de colesterol. Las normas establecen unos controles sanitarios que cumplen rigurosamente los fabricantes de dulces y otros alimentos envasados, a los que recurren las madres por la facilidad para alimentar a unos chicos que nacieron en la abundancia. Señalábamos en este mismo espacio, que la gastronómica, también es cultura, pero que resulta infinitamente más sencillo atiborrar a hamburguesas a la chavalería en un Mc Donald’s, que explicarles las virtudes del pescado o sus diferentes especies: Los niños prefieren divertirse en unos establecimientos pensados para el ocio y a los padres les solventa el problema de vigilar a la prole durante unas horas, todo ello a relativo bajo precio. Para evitar que los futuros adultos tengan el colesterol por las nubes, se propuso la prohibición del payaso  Ronald, y ahora la ley de seguridad alimentaria y nutrición, para que sean los fabricantes, los proveedores, quienes vigilen por nosotros el colesterol. Una tutela absolutamente innecesaria, de una política absurda e intolerablemente intervencionista: Todo para el pueblo, por el pueblo y sin el pueblo.


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