The horror is back
El Conjuro emerge resucitando a un género que pedía a gritos una entrega de
tamaña calidad que ocasione lo que el público objetivo le reclama al rubro:
temor.
James Wan (Saw e Insidious) se las ingenia soberbiamente para interiorizarnos en un
relato terrorífico mientras nos deleita a partir de manejos de cámara
exquisitos y una ambientación inmejorable, combinando una buena cantidad de
efectivos travellings con secuencias de poca iluminación para aumentar la
tirantez y el nerviosismo en cada pasaje del film.
El Conjuro es un gran ejemplo de cómo diferenciarse o construir un muy buen
producto con una historia que cuenta más o menos lo mismo que lo que nos
brindan las cintas de terror clásicas: la típica casona abandonada a la que se
muda una familia (los Perron) y en donde suceden todo tipo de acontecimientos
sobrenaturales vinculados a espíritus y/o presencias demoníacas. Nada nuevo
desde la teoría, pero muy distinto desde la práctica, en esta cinta la tensión
y el horror vuelven a pisar fuerte amedrentando al observador de un modo
similar al que supo hacerlo la antiquísima El
Exorcista.
La clave radica en su despliegue narrativo, en sus modos de
sumergirnos en una tétrica y siniestra crónica que, además, se jacta de estar
basada en hechos reales.
El director le imprime una rigidez importante al jugar
inteligentemente con la insinuación; aquí no pasa todo por el intercambio entre
susto y sobresalto, sino por la edificación creciente de sensaciones que
incomodan al espectador, en oportunidades a partir de escenas en donde la
oscuridad prima y dependemos del fuego de un fósforo para ir visualizando
parcialmente cada zona, con la amenaza o tentativa constante de que algo pueda
aparecer repentinamente; en ocasiones con la conjugación de notas graves,
chirridos de puerta y pisos de madera crujientes intercalados con ausencias de
sonidos y la sola presencia sonora de los pasos o la respiración del
protagonista en cuestión. Y a veces ese recreo al que se nos somete forma parte
de un simple esbozo que opera como prueba o movilización de temor, incitando al
miedo y a la seducción terrorífica de manera constante.
Vale destacar las muy buenas actuaciones de Vera Farmiga y Patrick Wilson
especialmente (Ed y Lorraine Warren), en este film repleto de tensión,
profanación, nerviosismo y presencias de objetos y muñecos sugerentes
tétricamente hablando. Lo mejor de terror de los últimos años.
LO MEJOR:logra el objetivo sin quedarse en la media de lo que se ofrece
típicamente en el género. Todo no ocurre porque sí y solo para generar saltos;
existen buenas argumentaciones. Cómo se juega con la insinuación. Técnica y
estética visual. Sonido. Tensión.
LO PEOR:en algunas instancias se abusa de los lugares comunes.
PUNTAJE:8