Revista Arte

El consumo de sustancias

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

La literatura científica reporta datos compatibles con que el 56% de las personas diagnosticadas de algún trastorno de personalidad presentan a su vez problemas de alcoholismo o abuso de otras sustancias.

En un trabajo reciente de Rounsaville y colaboradores se detectó que el 27% de los pacientes diagnosticados de un trastorno antisocial de la personalidad y un 18% de los diagnosticados de trastorno límite de personalidad eran sujetos consumidores.

Los pacientes diagnosticados de trastorno antisocial de la personalidad son los que más consumen. Están caracterizados por desplegar un patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás (DSM-5). Presentar este trastorno es considerado un factor de riesgo muy importante para el consumo de alcohol y de otras sustancias.

Los pacientes con este trastorno que consumen tóxicos son una población con riesgo de múltiples complicaciones psicosociales y sanitarias.

El segundo trastorno de personalidad asociado al consumo de sustancias es el trastorno límite de personalidad, caracterizado por la inestabilidad en distintas esferas vitales. El tóxico más consumido fue el alcohol.

El consumo de marihuana entre los adolescentes y los jóvenes adultos ha sido asociado a problemas relacionados con la volición y a la apatía en lo que se ha llamado síndrome amotivacional. No puedo evitar pensar que, entonces, ataca a la esencia misma de ser joven, el ímpetu, la energía.

Siempre he sido de los que piensan que el consumo y el abuso de tóxicos son las señales de otros problemas que la persona, en muchos casos, no alcanza siquiera a identificar. Puede tener que ver con el modelo de afrontamiento aprendido y que se repite automáticamente, puede estar asociado a emociones de miedo o rabia, puede suponer un intento de búsqueda de un ansiolítico o puede tener que ver con la soledad.

En cualquier caso, sería importante averiguar la función que el tóxico desempeña en la vida de la persona y averiguar si es posible cumplir esa misma función o similar con una conducta alternativa saludable.

Por otra parte está relativamente aceptado que el modelo autoritario y muy directivo de psicoterapia no es el más adecuado y que fomentar la búsqueda de motivación en el otro y que sea la persona la que tome decisiones funciona. La persona que se encuentra en las puertas de comenzar a pensar en abandonar un hábito tóxico despliega mucha ambivalencia. La misión del terapeuta sería ir resolviendo esas ambivalencias.

Se trata de fomentar la relación interpersonal y la responsabilidad en la otra persona.


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