Revista Salud y Bienestar

El contacto de una mano y una mirada

Por Ana46 @AnaHid46


El contacto de una mano y una mirada Os voy a contar algo que me ocurrió cuando estaba recién trasplantada; de hecho, me sucedió cuando todavía estaba ingresada.
Habían pasado unos quince días desde que me realizaron el trasplante y el riñón no acababa de arrancar. La operación había sido muy complicada, pues intentaron colocar el injerto en la zona del abdomen derecho pero fue imposible (trasplante heterotópico) , lo que derivó en otra incisión en la parte lateral izquierda trasera, para colocarme el riñón en su lugar natural (trasplante ortotópico).
En todo ese tiempo el riñón se había deteriorado y, como he dicho anteriormente, después de quince días seguía sin funcionar. Me dializaba a diario, y a pesar de mi cáracter optimista y alegre, el ánimo empezaba a decaer.
Había sufrido mucho en esta operación; once horas de quirófano y dos incisiones a la vez, hacían que mi cuerpo se encontrara bastante dolorido durante muchos días.
Estaba bastante baja de moral y se notaba en mi humor; estaba de mal humor y triste.

Una doctora del equipo que me llevaba, vino a verme. Se sento a mi lado, me cogió una mano, y estuvo así sin decirme nada un rato. Luego, comenzó a hablarme, sin soltarme la mano, y me dijo que estaban haciendo lo imposible para que mi riñón comenzara a funcionar. Me estuvo explicando todo el proceso que estaban siguiendo, mirandome a los ojos y con una voz tranquila y sosegada.
La doctora venía a diario a verme y me contaba todos los detalles de mi seguimiento. Siempre con palabras amables y siempre con explicaciones claras.
Yo no se si esto influyó en el proceso de funcionamiento de mi riñón, pero sí que lo hizo en mi estado de ánimo y en mi fuerzas para luchar.
Tras esa visita, yo empecé a sentirme un poco mejor. Lo mejor de todo es que al cabo de 5 días, empecé a orinar........ hasta hoy, 20 años después, que sigo con una buena calidad de vida.
Aquí nos podemos dar cuenta de lo importante que son las palabras y las miradas, sobre todo en el entorno paciente-hospital-médico-enfermería.
Son los pequeños detalles los que provocan grandes resultados. La comunicación no verbal tiene, muchas veces, mejores resultados que un tranquilizante o sedante.

A veces unas palabras, una mirada y el contacto de una cálida mano, pueden influir mucho en nuestro ánimo y hacer que nos sintamos más fuertes y con más ganas de seguir adelante. Es el mejor de los medicamentos, a veces, para que renazca en el paciente las ganas de seguir luchando, la esperanza y la confianza.
Ana Hidalgo


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