Si esta película se hubiese estrenado en los años 60, durante la época más cruenta de la Guerra Fría, se la habría catalogado como una oda al entendimiento entre los dos bloques por encima de recelos y armas. Hoy en día resulta un alegato universal al acercamiento entre individuos de diferentes culturas, distintas sensibilidades e idiomas, más allá de cualquier tipo de prejuicio o idea preconcebida sobre el otro y con la palabra, el gesto, el acto de comunicación como vínculo en contraste con la fuerza bruta que levanta barreras infranqueables.
Si esta temática no resulta precisamente original, ¿qué es lo que hace especial a este filme? El contexto en el que se desarrolla y, sobre todo, la articulación de una estructura narrativa acorde a la abstracción del concepto que plantea un guión que a su vez es capaz, de forma didáctica e inteligente, de habilitar mecanismos que ayudan a transmitir una concepción del pensamiento, de la memoria y de la propia existencia que trasciende la linealidad a la que estamos habituados. Todo ello en un tono pausado, que no lento, reflexivo y filosófico.
Una experimentada lingüista es reclutada por el ejercito estadounidense con la misión de ejercer de traductora en un entorno un tanto singular. La llegada que anuncia el título se refiere a varias naves nodriza de procedencia extraterrestre que aterrizan en lugares de los cinco continentes con las que la humanidad pretende una primera toma de contacto. El objetivo, averiguar sus planes respecto al planeta azul.
Denis Villeneuve, único a la hora de crear atmósferas inquietantes a través de la utilización dramática tanto de la imagen como del sonido y de la música, tras cuatro trabajos tan diferentes entre sí como sobresalientes en su concepción, alcanza su cénit creativo con este fascinante relato revestido de ingenio que el canadiense narra con ese exquisito tempo marca de la casa que permite la tranquila degustación de lo presentado sin caer en lo monotonía de lo moroso.
La minuciosidad del libreto de Eric Heisserer trufa la trama de pequeños detalles vinculados entre sí y relacionados con el elemento vertebral de la misma que enriquecen el resultado final. Sirva como ejemplo la utilización del nombre de la hija de la intérprete, Hannah, cuya construcción en forma de palíndromo funciona como metáfora de esta singular manera de concebir y ordenar una historia.
El peso y la trascendencia del mensaje, la profunda huella que queda en el espectador y la abrumadora contundencia con la que avasalla pone el punto de mira en el conjunto, engrandecido por unas partes absolutamente brillantes (reparto, fotografía, banda sonora) engullidas por un todo capaz de trasladar a la audiencia al paroxismo de la empatía hasta el punto de colocarse en el lugar del otro de tal manera que termina pensando como él, de la misma forma que Villeneuve hace con su protagonista, para desentrañar la compleja tela de araña urdida por un cineasta en estado de flagrante inspiración.
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La llegada
Dirección: Denis Villeneuve
Guión: Eric Heisserer a partir del relato corto Story of your life de Ted Chiang
Intérpretes: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker
Música: Jóhann Jóhannsson
Fotografía: Bradford Young
Duración: 116 min.
Estados Unidos, 2016