Revista Política

El corazón de la mística

Publicado el 28 noviembre 2014 por Gabrielvl @gabrielvl05


El corazon de la mistica
 Presentación en la librería Claret deBarcelona el 3 de noviembre de 2014 Por Juan Espinosa En primer lugar hablaremos sobre cuál es el tema de este libro y desde qué punto de vista está tratado. Desde luego el tema es la mística en el más amplio sentido de la palabra. Pero de ella se estudian en este libro principalmente dos aspectos: por un lado las experiencias místicas, por otro los procedimientos o las formas de producirlas. Por tanto, se dejan de lado aspectos teológicos, doctrinarios, análisis teóricos o psicológicos. Sin duda, en el libro se hacen algunos análisis e interpretaciones, pero no es el tema central. El asunto central son las experiencias de los espirituales y los modos de llegar a ellas. Y el estudio de estos místicos está desarrollado desde un punto de vista que me parece es de interés: se ha hecho partiendo de mi experiencia espiritual. No se ha desarrollado desde un punto de vista ajeno, frio, distante, analítico; sino desde una visión experiencial, o sea, desde lo que me pasa, desde lo que sucede en mi vida y mi desarrollo espiritual. Pero todos sabemos que las experiencias pueden ser interpretadas de muy diversas maneras. No se interpreta la experiencia mística igual para un cristiano del siglo XVI, que para otro del siglo XX o para un budista, o para un yogui. Tampoco será igual la interpretación que elabore un psicólogo racionalista a la de un psicólogo existencialista. Son las creencias y el aparato ideológico lo que marca las interpretaciones de las experiencias, se sea consciente de esto o no. El sistema interpretativo aquí presente es el dado por Silo en su concepción psicológica y espiritual del ser humano en su libro Apuntes de Psicología. Esta concepción aportada por Silo no es nueva en la historia y en algunos de sus aspectos centrales no difiere de la de Buda, por ejemplo; no difiere tampoco de la de algunas corrientes del budismo zen, o del sufismo. Solo que esta concepción en Silo toma un alto vuelo y se presenta con el lenguaje del momento histórico actual y preparada para el ser humano del futuro. Sobre la concepción del ser humano hablaremos más adelante. Esto puedo decir en cuanto al tema del libro y en cuanto al punto de vista aplicado. Pero esto no justifica la existencia de este libro. Entonces, ¿para qué se escribe este libro? En realidad este libro no tiene un “para qué” sino varios. Como en muchas acciones humanas, diversas intenciones actúan dando lugar a una acción que en apariencia es simple pero que conlleva detrás varias intenciones que empujando por expresarse se imbrican en diferentes proporciones dando lugar al acto preciso. Los amantes de las finuras psicológicas y de la comprensión profunda del funcionamiento de la conciencia entienden bien esto. Un objetivo de este libro es mostrar lo que ya para algunos es una obviedad: que lo místico está en todas las culturas y en todos los momentos históricos. Y además que debemos hacer un esfuerzo por separar mística de religión, porque claramente no es lo mismo. Como se dice en algún momento en una de sus páginas: “Ahora vivimos en un tiempo de reacción a lo religioso. Cualquier cosa que huela a esto es rechazada o tachada. ¿Y qué tendrá que ver lo religioso con lo místico? Más aún ¿qué sería del cristianismo, del Islam o de cualquier religión, sin lo místico? Nada, simplemente no habría existido. La experiencia espiritual profunda, o sea, lo místico, es la chispa sagrada que incendia a los grandes fundadores de religiones que, desde esa experiencia, arrojan esos huracanes que transforman la Historia. Lo místico florece en todos los tiempos y en todas las culturas e intenta adaptarse y sobrevivir en el mundo que le toca vivir. Lo místico es universal, atemporal. Estuvo en lo anterior, está en el durante y estará en lo posterior a todas las religiones. Porque está en el alma humana como el enamoramiento, el arte, la poesía, la amistad y lo divino.” Quiero decir, que la experiencia espiritual es tan antigua como el hombre, que es tan diversa culturalmente como pueblos o tribus hay en el planeta y que es un despropósito y una soberbia sin razón pretender que cierta mística de ciertas áreas o que nace bajo el andamiaje de ciertas religiones es superior a la mística chamánica, a la mística aparentemente desestructurada del yoga o del tantrismo. Otro objetivo de este libro es mostrar elementos comunes en las místicas de diferentes culturas y momentos históricos. En este libro simplemente se muestran para que cada cual desarrolle sus comprensiones porque el autor no se ve capacitado para desarrollar un análisis universalista de la mística, a modo de meta-mistica. Pero los elementos están y algunos se ven con cierta facilidad. Como ejemplo diremos que prácticamente todos los místicos, tanto los que aparecen en este libro como otros que he estudiado coinciden en esta máxima que podríamos expresar así: en lo profundo de la conciencia humana están accesibles las experiencias que te enseñan el Sentido de la vida, el Sentido de todo lo existente y estas experiencias además te enseñan tu propia inmortalidad. (Más adelante volveremos sobre esto). Otro “para qué” es el intento de derribar algunas creencias sobre la dificultad de la experiencia y mostrar que lo Sagrado, lo Profundo, lo místico no es tan inaccesible de experimentar. Solo basta ver el Camino por el que avanzan estos espirituales para apercibirse que este Camino no es tan difícil y solo en andarlo –independientemente de hasta donde se avance- hay gran provecho interno en la superación de sufrimiento, gran avance hacia la paz interna, hacia la liberación, hacia la superación de temores, de ataduras, hacia la felicidad. El interés personal tiene que ver con lo que me ha pasado. Cuando hace ya unos 13 años me puse a hacer trabajo interno, trabajo espiritual, al poco tiempo me empezaron a pasar cosas, se fueron despertando algunas experiencias gracias a la nueva corriente espiritual en la que participaba: el Mensaje de Silo. Enseguida que se inició el camino de experiencia me empecé a preguntar como hacían los místicos de otras épocas, qué procedimientos y qué experiencias tenían. Así inicié la lectura y el estudio que desde el principio fue un poco obsesivo. Casi no podía dejar de leer e investigar cada día. Se metía en mis sueños. Poco a poco ese estudio al principio algo anárquico fue tomando orden y forma. Pero no decayó en todo este tiempo el valor personal que tenía, una gran resonancia interna en mi de tal modo que aún hoy, después de haber leído tantas veces a Teresa de Jesús o cualquiera de los otros místicos, aun hoy su lectura me conectan, me tocan y me incendian internamente. De todos estos años de estudio fructificaron algunas monografías que se reunieron para armar este libro. Una vez definida la materia que trata el libro y sus objetivos, abordemos algunos temas de fondo. Temas que están detrás de lo místico y que no se suelen estudian, que no se hablan pero me parecen temas decisivos. Uno de estos temas es el concepto de ser humano. Podríamos, sintetizando, presentar dos ideas básicas acerca del hombre. Una primera que afirma que tenemos una parte material, un cuerpo y que tenemos una parte psicológica, una conciencia. Y no mas. Este cuerpo y esta conciencia unidos disfrutan o sufren en esta vida y una vez terminado su periodo, la muerte termina con ambas partes. Este es el concepto mas extendido actualmente en Occidente desde que hace unos cuatro siglos el racionalismo fuese inundando todas las capas sociales, todos los aspectos de la vida personal y social, incluyendo la religiosa. Este racionalismo ahora está haciendo aguas, está resquebrajándose, y eso está poniendo a las personas en una nueva situación que me parece más interesante. El otro concepto de ser humano es aquél que afirma que efectivamente tenemos una parte material, física; una parte psicológica, o sea, una conciencia; y que además tenemos una parte espiritual, trascendente e inmortal, que se puede experimentar, como se puede experimentar la alegría, el temor, el nerviosismo, o el amor. Este es el concepto que está detrás de toda mística y este es el intento de todo místico: experimentar, sentir, crecer, desarrollar esta parte espiritual para que ocupe un espacio central en la vida cotidiana en la creencia, que comparto a pies juntillas, que no hay nada que haga al ser humano más feliz y pleno que la experiencia espiritual. Este es el concepto que ahora de nuevo se está despertando en Occidente y en otras partes del planeta; y ya se empieza a sentir en el aire una primera y, quizá tímida, quizá medio confusa todavía, ola de espiritualidad. Y esto es para alegrarse porque va a hacer al ser humano más feliz y, lo que es muy importante, va a hacer a las sociedades más coherentes, más justas, menos violentas, más humanas. Porque se va a empezar a entender que como todos tenemos una parte espiritual, una parte sagrada, el ser humano debe ser tratado en consecuencia de esto, con su plena dignidad, con sus plenos e iguales derechos y posibilidades para todos. Desde mi punto de vista, el impacto social que puede tener la expansión de este concepto y de esta experiencia espiritual que pone a todos los seres humanos en igualdad ante la muerte, ante lo sagrado, va a ser tal que sociedades y continentes enteros con el paso de los siglos van a ser transformados como ya pasó en ocasiones anteriores en la historia. Conocemos muy bien los casos del pasado en los que lo transcendente irrumpió en lo social y culturas enteras fueron volteadas. Este es un tema de un calado y de una importancia que escapan a esta exposición. Pero como pequeño inciso diré, que el nihilismo, el materialismo, el racionalismo tienen en común aquél concepto corto del ser humano y estas ideologías son las que han construido el mundo actual que no es bueno más que para un grupo insignificante, numéricamente hablando, de personas en el planeta. Y que aquellos ideales de la carta de derechos humanos, de las constitución francesa y norteamericana de hace dos siglos no se han cumplido ni se van a cumplir mientras el materialismo y el racionalismo estén en el conciencia y el corazón de la gente. Otro de esos temas de los que no se hablan pero que son esenciales en lo místico se refiere al motor que impulsa las búsquedas de los espirituales. ¿Por qué una persona debería dejar los valores sociales y familiares, por qué debería quizá arriesgar su situación económica, personal, para tomar un camino que no tiene seguridad de que le lleve a donde quiere sabiendo que seguramente le va a perjudicar en sus relaciones, en su situación personal? ¿qué está impulsando al místico? Preguntado de otra manera, ¿de dónde quiere salir y a dónde quiere llegar? Para mí, ese motor básico, fuerte y decisivo es la experiencia de vacio interior. O dicho con una palabra problemática, el sentimiento de fracaso. Esa sensación de fracaso existencial, con todo su peso psicológico, con todo su peso vital, es la que pone a la persona en situación de libertad interior y gracias a eso poder decidir hacia donde orienta sus pasos. Es además la espoleta que despierta la necesidad interna y pone a la persona en el Camino. Sin el fracaso no hay continuidad en las búsquedas místicas. El fracaso es una de las cosas más positivas e interesantes que le puede pasar a un ser humano ya que lo que le está ocurriendo es que se le está cayendo un viejo traje que le hacía andar tieso y apretado y que le estaba impidiendo el crecimiento, la libertad y la felicidad. Quizá el fracaso da miedo, quizá a veces se siente como perdida. Pero es la pérdida de algo que ya no va, que no me está valiendo, que me ha estado creando problemas porque me forzaba en mi estilo de vida, me forzaba en mi sistema de relación y sobre todo me forzaba a mí mismo cerrando mis aspiraciones profundas, me violentaba a mí mismo al llevar una vida que en lo profundo de mí no quería. Es todo un tema este del fracaso personal. Nos da mucho problema este tema. Sin embargo, sin él, no vamos a poder emprender un camino diferente, un Camino espiritual. Es esta situación psicológica por la que pasan los místicos y es la que abre la puerta a las grandes experiencias. El tema se puede ver desde otros ángulos. Por ejemplo, desde el punto de vista social estamos asistiendo al fracaso de un mundo materialista. Y este fracaso social, político, económico, sobre todo de valores, está haciendo su parte también para que las personas empiecen a preguntarse otras cosas. O sea, si no fracasas individualmente, es el fracaso de la sociedad la que te pone en situación de reflexionar. Porque, si no lo haces –y esto lo advierten muchos místicos- si no reflexionas al menos una vez en tu vida acerca de la dirección de tus actos, del sentido de tu existencia, ¿qué va a pasar contigo el día de la muerte? Ahora puedes reflexionar, quizá ese día no puedas. ¿Y si el tipo de vida que tengas tiene que ver con lo que pase en la muerte y más allá de la muerte? O dicho de otra forma, ¿y si el tipo de vida que tienes va a marcar lo que te pase después de la muerte? Dejemos esta pregunta en el aire. Así que sea por situación individual, o por fracaso de lo social, o por la cercanía de la muerte, este tema se viene encima de uno y es inevitable sentir el vacío. Ese vació que sienten y describen los místicos y que es la verdadera sala de inicio de un Camino espiritual que puede llegar muy lejos. Creo que este Camino no tiene un final ni después de la muerte, sino que continúa desarrollando después de la muerte. Pero entre tanto aquí, el crecimiento no tiene una meta. Algunos pueden decir como objetivo alcanzar el Nirvana, o la Unión con Dios, la Faná de los sufís, la Tierra Prometida de los hebreos. Pero aquí ocurre una paradoja extraordinaria. Lo hemos encontrado en todo místicos, en el budismo también. A priori parecería que un espiritual trabaja para tener una gran experiencia y llegar a sumun de la felicidad. Pero resulta que cuando llega no le es suficiente. Y al día siguiente está buscando otra, y luego otra, y durante el resto de sus días insiste persistentemente en ir una y otra vez a por la experiencia. Y cuando por alguna razón no consigue volver a la experiencia entonces entra en crisis, una desazón interna que no le deja vivir en paz, y la busca y se desespera porque no vuelve la experiencia. ¿Qué terrible atracción tendrá esta experiencia que sustrae la vida con tanta fuerza? Así describe Juan de la Cruz una experiencia, un toque: 7. Y le son al alma tan sabrosos y de tan íntimo deleite estos toques, que con uno de ellos se daría por bien pagada de todos los trabajos que en su vida hubiese padecido, aunque fuesen innumerables, y queda tan animada y con tanto brío para padecer muchas cosas por Dios,...1 O sea, una experiencia de estas deja tocado a la persona por mucho tiempo, quizá para toda la vida. Y este tipo de experiencia es muy dificil de entender si no la hemos sentido. Pero podemos acercarnos a un tipo de experiencia más habitual para hacer un símil. Bien, ¿qué pensábamos nosotros que era el amor antes de sentirlo? ¿Qué experiencia teníamos? Y luego, si nos hemos enamorado y hemos experimentado ese gran amor, ¿qué decimos ahora? Si has experimentado un profundo amor y lo quieres contar a quien no lo ha experimentado el otro no te entiende. Antes de sentirlo uno no podría creer que se pueden sentir cosas tan fuertes y tan profundas. Pero cuando se sienten, cambia todo, hasta la opinión sobre el mundo y sobre uno mismo. Uno quisiera sentir eso todos los días a todas las horas. Bueno, es algo parecido. La experiencia mística se acerca a este tema del amor profundo y verdadero. Es un tipo de experiencia tal que no existen palabras para describirlas y deja al sujeto en tal estado que su vida se transforma y ya en adelante ese será el alimento que necesitará para vivir. Todos podemos de alguna manera hacer un esfuerzo para entenderlo. A veces nos hemos sentido alegres, a veces nos hemos sentido eufóricos. Hay diferentes tipos de alegría. Algunas más superficiales, explosivas y que rápidamente pasan. Hay otras un poco más profundas, más estables. Y si profundizamos un poco más aun, uno puede sentir una suave y profunda alegría que deja en uno un sabor diferente, un sabor de algo importante, de algo con mucho valor. Quizá no lo sabemos explicar, pero el sabor que queda nos deja una señal que no se olvida fácilmente. Teresa de Jesús explica: 2 Moradas del Castillo Interior. Teresa de Jesús. Ed. BAC, Madrid 1977. Moradas Quintas, Cap. 1, pág. 394 3 Ibn Arabi, El tratado de las luces o el libro del viaje nocturno, Traducción: Abderraman Mohamed Maanan. Me he permitido la licencia de incluir esta cita aunque no es una cita bien referenciada. No existe una edición impresa de este libro sino una traducción que corre por Internet. En cualquier caso, por la belleza de este texto, por su fuerza, merece la pena esta incorrección. Fija Dios a sí mismo en lo interior de aquel alma de manera que cuando torna en si en ninguna manera pueda dudar que estuvo en Dios y Dios en ella. Con tanta firmeza le queda esta verdad, que aunque pase años sin tornarle Dios a hacer aquella merced, ni se le olvida ni puede dudar que estuvo.2 Estamos intentando acercarnos a la experiencia pero es muy difícil. Para todos ellos una vez que has tenido un contacto con lo Sagrado, con lo Trascendente, ya todo lo de este mundo te parece deslucido, gris, soso. Ibn Arabi hace esta descripción: Continúa con el dhikr hasta que te vacíes del mundo de la imaginación y vislumbres el de los significados abstraídos de toda materialización. Insiste en tu dhikr-recuerdo hasta que descubras a aquel al que recuerdas. Si El, por El mismo, aniquila tu recuerdo, (…) Si su invitación no te detiene elevará hasta ti una luz en la que no verás otro que a ti mismo. Una pasión inmensa y un amor violento nacerá en ti que te inclinará hacia ella y donde encontrarás, a través de Allah, un placer que nunca hubieras podido imaginar y todo lo que has presenciado anteriormente te parecería insignificante y mínimo. Te agitarás como una antorcha dentro de esa luz.3 En fin, en este libro encontrareis muchas experiencias extraordinarias y será un deleite leerlas y quizá sirvan de inspiración para los buscadores de las cosas importantes de la vida. Todas estas experiencias nos hablan directa o indirectamente del tema capital, o sea, de la trascendencia, de la inmortalidad. De tal manera que podríamos afirmar que la mística es aquella búsqueda de la experiencia que muestra la inmortalidad y pone al sujeto en el camino hacia su propia divinización. No me parece el caso de discutir si se puede o no se puede tener una experiencia con la inmortalidad. Para los místicos es indudable. Para mí también es indudable. Se puede tener. Mucha gente la tiene. Quizá no saben reconocerla, quizá no la comprenden o tiene dificultades para aceptarla en este mundo en el que es un tabú hablar de estas cosas. Pero sin duda que mucha gente tenemos experiencias de este tipo. Yo he tenido algunas experiencias gracias a que hace unos años empecé a participar en el Mensaje de Silo. En una situación de fracaso existencial encontré en esta nueva espiritualidad un Camino y unas experiencias de crecimiento y liberación. En esta espiritualidad hay procedimientos que practicados con unidad interna y humildad ponen al buscador en la posibilidad de experimentar y sentir lo sagrado y lo trascendente que hay en él. 6 4 CE. Arnold J. Toynbee, Civilizatión on Trial (Oxford University Press, New York, 1948), pág. 156. Sentir esto me parece que es lo importante de la vida. Al menos para nosotros. Y nuestra propia visión y la visión acerca de la historia y acerca del ser humano están cambiando. En los últimos siglos la mística y la experiencia espiritual, incluso en el seno de las religiones, ha estado olvidada, desconsiderada. Se creían que eran cosas de alucinados. Y la visión que nos han contado de la historia ha estado teñida y filtrada por esta visión material de las cosas, al menos en Occidente. Y en el futuro se reescribirá la historia revalorizando el impacto que tuvo la irrupción en determinados momentos históricos del fenómeno trascendente. Muy pocos se han apercibido de este impacto. Entre estos pocos está el historiador Arnold J. Toynbee quién afirma: “Ahora bien, ¿quiénes son los individuos que constituyen los máximos benefactores de la generación viviente de la humanidad? Yo diría: Confucio y Lao-tse; el Buda; los Profetas de Israel y Judá; Zoroastro; Jesús y Mahoma; y Sócrates.”4 (…) “Las obras de los artistas y hombres de letras sobreviven a las acciones de los comerciantes, los soldados y los estadistas. Los poetas y filósofos descuellan sobre los historiadores, mientras que los profetas y los santos se hallan en la cima de todos ellos y los trascienden” Claramente ha sido así. Hace 2500 años, en el norte de la India aparece un hombre que empieza a irradiar una nueva filosofía, una nueva forma de vivir, una nueva forma de meditar para superar el sufrimiento, para alcanzar la felicidad en esta vida, para acceder al nirvana. Con el paso de los siglos el budismo corre por toda Asía impactando en las culturas, transformándolas, cambiando las creencias, los valores, las formas de vivir. Todas las capas sociales fueron afectadas, todos los sectores sociales. Incluso los gobernantes modificaron su comportamiento y sus decisiones. ¿Cuántos ejemplos tenemos como el de Buda? Tenemos bastantes. Gracias a estos Maestros y a los místicos el ser humano ha ido avanzando hacia una vida más coherente, menos violenta, más bondadosa. Y de nuevo se acerca el momento histórico en el que lo espiritual se va despertando. De nuevo el ser humano en la crisis profunda de valores en la que está, va abriendo su mente y su corazón a las búsquedas profundas y a las experiencias espirituales. Y las va a ir teniendo. Como las tuvo en el pasado las tendrá de nuevo. Para mi es indudable que el futuro va a ser espiritual, que avanzamos hacia un ser humano bondadoso y espiritual superando este momento histórico de derrumbe de valores y creencias. Porque comprenderá que el contacto con lo Sagrado es lo que da sentido a la existencia. Un nuevo mundo va a llegar, quizá nosotros no lo veamos. Pero el ser humano está necesitando despertar internamente, está queriendo encontrar una luz que le ilumine, está materializando ya una nueva escala de valores reflejo de algo profundo que se está moviendo. Quizá aún no es muy consciente, pero soplan tiempos de cambios profundos y, a pesar de la violencia y los desastres, será para bien, será para ver a un ser humano nuevo que se levanta y aspira a una nueva sociedad digna, no violenta y ahora planetaria. Porque una nueva espiritualidad y una nueva mística se están despertando.
Nada más, muchas gracias.


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