Revista América Latina
Desde principios de Septiembre, el río Coyolate pasa por Santa Ana Mixtán y Santa Odilia, en el municipio de Nueva Concepción. Antes pasaba cerca del pueblo y era fuente de vida para los terrenos aledaños. Ahora pasa “por” el pueblo. El río se ha salido de su cauce natural y fluye alegremente por las calles, plazas, casas y predios de ambas comunidades. Las aguas inundan todo a su paso, destruyendo muros, camas, milpas, tiendas, escuelas… y no han bajado desde el 2 de Septiembre. Ya no es cuestión de una tormenta tropical o un gran aguacero. Es cuestión de todos los ´días. Hay que recomponer las bordas del Coyolate para que dejen de vivir en una Venezia de muerte y destrucción. Los únicos turistas son los trabajadores de ACF-E o del PMA que van y vienen a la zona trayendo ayuda y funcionarios de la cooperación para que vean el desastre. Y la maquinaria pesada del Gobierno todavía no ha aparecido para devolver el río a su cauce natural. Llevan ya un mes, y mientras tanto están viviendo en los albergues que acondicionó ACF-E con el proyecto DIPECHO VI. Actualmente, con un proyecto que financia ASDI-Suecia, ACF-E está apoyando a varios centenares de familias de este municipio a recuperar sus medios de vida, que fueron destruidos por el Agatha y la Tormenta E-11. Y ya tenemos un proyecto de emergencia en camino, financiado por ECHO, para apoyar a los desplazados por el Coyolate y a ayudarlos a recuperarse cuando puedan volver a su casa. Eso no será hasta que las autoridades rehabiliten las bordas del rio. La Venezia italiana tiene palacios bellos y turistas, la Venezia guatemalteca sólo tiene desolación y trabajadores de la cooperación.