Revista Espiritualidad

El cristiano y el deporte

Por Davidjorge
     Todos somos conscientes de la importancia de los deportes en nuestro entorno, y del eco suscitado en muchos jugadores que dan testimonio de la fe dentro del deporte, nicho de oportunidad que muchas veces se utiliza para dar testimonio a las masas o en las redes sociales.
      Los deportes son importantes quizás por los valores que intentan transmitir, muchas veces desde un plano de superación como es el caso de los paraolimpicos todo un ejemplo para muchos de nosotros y también por la emoción que se trasmite sobre todo a los espectadores.
      Lo que no cabe duda es que es una de las actividades más practicadas a lo largo de la historia. Desde los griegos con sus juegos olímpicos, hasta que empezaron a reglarse dichos juegos a nivel internacional.
     Inclusive en La Biblia sobre todo en el Nuevo Testamento se hace algún tipo de mención  donde el apóstol Pablo  introduce una cierta analogía entre la carrera de un cristiano y la carrera de fondo, elementos de los cuales el pudo ser testigo en su época.
     En los deportes encontramos muchos valores que se pueden aplicar al cristianismo, como es la superación, entrenamiento, privación, entrega, compromiso, colaboración, etc.. o también muchos valores del cristianismo que se pueden aplicar a los deportes como el juego justo, la verdad, el respeto, el honor, la lealtad, etc..
     Hay deportes que mueven masas y mucho dinero y hay otros que apenas pueden sostenerse y que los practican cuatro gatos, la clave está en la escala de valores personal de cada uno y en que lugar se canaliza en nuestras vidas.
     Hay asociaciones cristianas por el deporte, y hay deportes que ayudan a asociaciones cristianas para poder dar testimonio, El deporte es muy variado, diverso e infinito en muchos aspectos, es aconsejable para toda clase de edad, y hoy día lo practican muchísimos millones de personas.
     Pero, todo eso es vanidad de vanidades si nuestro ser interior no hay un ápice de integridad. Ganar a toda costa no es licito si se vulneran los principios más elementales de la integridad tanto para el cristiano como para el agnóstico. Se compite para ganar y se gana para superarse y subir un peldaño más en nuestra escala formativa pero siempre desde un clima de respeto y honestidad, es muy fácil dejarse llevar por el clima competitivo y por la presión mediática pero difícil cuando uno quiere ser integro y honesto.
El cristiano y el deporte      Por eso el cristianismo y el deporte son dos elementos que pueden ir muy bien de la mano siempre y cuando sepamos poner el deporte por debajo del Creador. Erik Liddell fue un claro ejemplo de estas dos vertientes, servidor de Dios y aclamado deportista que supo en su época y contexto ponerse en el sitio que le correspondía como cristiano. Estamos ahora en Los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, deseamos de corazón que los verdaderos ganadores sean los íntegros de corazón.
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