Aunque Leonardo da Vinci es considerado uno de los grandes maestros de la historia del arte, encontrar una de sus pinturas es extremadamente raro. Tan sólo son 20 las pinturas autentificadas y conservadas en la actualidad, una de ellas es Salvator Mundi, el famoso retrato de Cristo que la casa Christie's va a subastar el próximo 15 de noviembre...
La noticia causó revuelo porque se trata de una obra de un gran valor, por ser nombrada como el re-descubrimiento artístico más importante del siglo XXI. Se trata de la única obra de da Vinci que forma parte de un colección privada y fue encontrada por primera vez en 1909. Tuvieron que pasar casi 100 años para que saliera a la luz nuevamente.
La primera vez que se puso en venta fue por 60 dólares, nada comparado con su valor actual de 100 millones de dólares aproximadamente. El precio se disparó cuando se autentificó en 2011, trabajo que duró 6 años.
Salvator Mundi desapareció en varias ocasiones, primero por unos 150 años; luego alrededor de 50 y, finalmente, por otros 100 años. Muchos la daban por destruida, aunque la obra sobrevivió, pero con serios daños, que se asentaron con una mala restauración en la que se le agregó una resina grisácea. También perteneció al rey Carlos I (1600-1649), donde se registra en el inventario de la colección real elaborado un año después de su ejecución.
Christie's expondrá la pieza en Hong Kong, San Francisco, Londres y Nueva York antes de presentarla en la subasta de Arte Contemporáneo y de Posguerra.
La leyenda
Cuando se supo que Leonardo Da Vinci iba a representar la Última Cena y que necesitaba modelos para pintar a Jesucristo y los doce apóstoles, una gran cantidad de personas se presentaron como voluntarios. El artista quiso empezar con Jesús, por lo que escogió a un modelo de apenas 20 años. El joven tenía una cara inocente, reflejaba paz e inocencia, y estaba libre de las marcas que la vida va dejando en el rostro.
Cuando Da Vinci terminó de pintar a Jesucristo siguió buscando otros modelos para representar al resto de apóstoles, dejando al más complicado, Judas, para el final. Tardó unos seis años en pintar a los once apóstoles. Cuando le tocó el turno a Judas, buscó sin suerte a un modelo con una cara fría, dura, y a ser posible marcada por cicatrices que evocaran la traición, la avaricia. Cuando andaba desesperado por no encontrar a nadie semejante, alguien le indicó que en el calabozo de Roma había un hombre sentenciado a muerte que reunía las características que buscaba.
En el calabozo encontró lo que había estado buscando. Aquel hombre tenía el pelo largo, un cuerpo maltrecho, una mirada asesina y la cara marcada por los estragos de la vida. Tras elegirle, permitieron al reo trasladarse al estudio del pintor mientras durara su trabajo. Día tras día, el artista iba dando pinceladas maestras a la representación de Judas mientras el modelo le miraba en silencio. Cuando Leonardo terminó de pintar el cuadro y llamó a los guardias para que devolvieran al prisionero a los calabozos, este se resistió y cayó de rodillas ante el pintor. Le gritó desesperado:
¡Leonardo! ¡Mírame bien! ¿Es que no me reconoces? -Da Vinci negó con la cabeza. No recordaba haber visto antes aquel hombre-. ¡Soy yo! ¡El joven al que hace siete años elegiste para ser el modelo de Cristo!..
Fuentes: Siempreconectado // Fahrenheit