Ellos no tenían ni idea de que estaban haciendo crowdfunding. Querían dinero para grabar una maqueta y eran conscientes de que los bancos cerraban para el rock and roll. Estamos en 1989. Los que en La Movida eran vistos como benditos extravagantes ahora pasaban por simples horteras, los bolsillos del pantalón solo servían para guardar las llaves y el porno tenía éxito impreso en papel. Los componentes de Extremoduro, totalmente desconocidos para el público patrio, eran conscientes de dos verdades universales: en Extremadura se come bastante bien y para que el público sepa que tocas un instrumento hay que pasear por la Gran Vía de Madrid.
Necesitaban una carta de presentación. Una maqueta. Lo que faltaba en sus bolsillos era eso que imprime el Banco Central y que hace que podamos pagarnos una cena. Necesitaban financiación. Ponte en situación: ¿cómo conseguirías 1.500 euros? Hay varias opciones. Número uno: vas a un banco, explicas tu proyecto y esperas que la moneda caiga de canto. Número dos: mendigas a familiares como solo un vendedor de seguros por comisión puede hacer. Número tres: meter una cesta en una Iglesia para "ver si cuela". Hay más opciones, lo sé, pero entre las de misión imposible y las inmorales nos podríamos pasar el día entero dando vueltas en círculos.
Pues bien. Lo importante. Después de tantear todas las opciones deciden hacer crowdfundig sin saber que estaban haciendo crowdfundig. Optaron por vender papeletas por valor de 1.000 pesetas. Vendieron 250 y consiguieron 250.000 pesetas. Con el dinero en la maleta se fueron a Madrid y grabaron la maqueta Rock Transgresivo en los estudios Duplimatic. Rock Transgresivo fue un éxito y un tremendo impuso para su carrera. Unos meses después, en Enero de 1990, la banda de Robe Iniesta apareció en el programa Plastic de Televisión Española (formato que podría recuperarse, por cierto) y Avispa Music les ofreció un contrato por tres años. Así fueron capaces de meterse en el estudio para grabar su primer disco: Tú en tu casa, nosotros en la hoguera. Con el disco en las manos ya podían cumplir la otra parte del trato. Cada papeleta vendida tenía un recompensa futura para el adquisidor: una copia del disco y aparecer en la contraportada con nombre y apellidos. El disco, formado por ocho temas, incluye algunas de las canciones memorables de la banda como Extremaydura, Jesucristo García o Decidí. Como ellos mismos han reconocido, el disco fue hecho "con muchas prisas y pocos medios", y en 1994 decidieron volver a grabar las canciones bajo el nombre del título original de la maqueta: Rock Transgresivo. A pesar de las dificultades, ese crowdfunding sin ser crowdfuning puso la primera piedra a una de las dos bandas (no hay que olvidar a Platero y Tú) más importante del rock patrio de los últimos 25 años.
No inventaron nada nuevo. Joseph Pulitzer, en 1884, a través de su periódico New York World, impulsó una campaña entre sus lectores para costear el pedestal de la Estatua de la Libertad. En 5 meses se recaudaron 100.000 dólares y la campaña terminó con éxito. Los donantes, muchos de ellos micro mecenas, se llevaron a casa una réplica de la estatua a escala de doce pulgadas y contribuyeron a lo que hoy es un símbolo de la ciudad de Woody Allen.
Más que inventar la definición, en el siglo XXI inventamos la palabra. Crowd (multitud) y funding (financiación) se unieron amparadas por la difusión tecnológica. El bautismo (rebautismo, mejor dicho) tuvo lugar en el mundo virtual y uno de los primeros casos fue el de la banda británica Marillion que en 1997 financió su gira por EEUU de esta forma: consiguieron 60.000 dólares a través de sus fans y utilizando las potencialidades del mundo online. A partir de ese momento el concepto no ha hecho más que crecer y crecer. Muchas plataformas han nacido para dar forma al término y miles de proyectos se han financiado de esta forma. El tú me ayudas y te prometo que te llevarás algo a cambio (o no, las donaciones propiamente dichas) es una buena forma de caminar cuando no hay luces de sucursales en el camino.
Los proyectos culturales (financiación de cortos, películas, discos, conciertos e incluso restauraciones de edificios históricos) y los tecnológicos (como Pono, el reproductor de Neil Young) son los que copan las páginas destinadas al crowdfunding. Los miembros de Extremoduro no sabía que lo que estaban haciendo sería habitual en 25 años, ni conocían el término pero lo hicieron, y fueron pioneros en el impulso de este tipo de financiación. Muchos harían lo mismo. Sin saberlo. Simplemente, eran unos modernos. Unos modernos en la época del cassette.