( parte anterior, el cuarto del pánico 1)
La Doctora Polidori se acercó al cuerpo abatido del Fat-Boy, sacó unos diminutos instrumentos de diagnóstico similares a los que se usarían en el siglo XXIII (o en la galaxia de Andrómeda), hizo un rápido rastreo de todo el cuerpo e indicó con actitud más bien de calma:
- El chico está bien, puede ser que le dio una baja de azúcar, parece que no ha comido en más de una hora, pero por el momento no será de gran ayuda. Si alguien tiene una barra de chocolate, podemos reiniciar el sistema y mantenerlo en línea por un par de horas.
- De eso puedo encargarme yo - indicó Roncalli - puedo solicitar una cena entera para todo el grupo, podríamos pedir un buen estofado de Uro Africano, de los corrales del Archimandrita.
- Creo que es lo más sensato que he escuchado desde hace varios días - contestó Ada, y algunos notaron que se le hacía agua la boca ante la propuesta de Roncalli.
- ¿Cómo te gustaría la carne? - inquirió Roncalli.
- Me gusta fresca - respondió Ada con una sonrisa.
- Estimados, retomemos el caso, por favor - apuntó Carbonell y continuó - lo indicado por el sistema es de bastante gravedad, ya que indagar por un payaso no es cosa sencilla de lograr.
- ¿Es un payaso o alguien vestido como payaso? - pronunció Boris con gesto grave y solemne.
- ¿Cuál puede ser la diferencia? - replicó Cluzo.
- La diferencia fundamental es que un Payaso como tal sería un profesional o persona que vive del trabajo de hacerse el bufón, como una rutina de vida, mientras que una persona simplemente vestida de payaso, sería alguien que temporalmente asume el rol, quizás por algunas horas y no siempre lo hace para hacerse el cómico o el gracioso, recordemos que por ejemplo algunos asesinos seriales solo se visten de esa forma cuando tienen la intención de hacer sufrir a sus víctimas - proclamó Puaro como si se hubiera transformado en un reemplazo improvisado del Fat-boy.
- Siendo así, solo queda un curso de acción a seguir: Tendríamos que decretar turbado el orden público, hacer un toque de queda en todo el país para encerrar a todo el mundo y pasar casa por casa buscando quien tiene disfraces y maquillaje de payaso o libros de comedia, de ese modo arrestaríamos y ejecutaríamos a todo aquel que tenga esas tendencias maniáticas y de paso nos serviría para eliminar algunos otros indeseables y gente que busca desestabilizar al Estado. De hecho, desde hace décadas ese el procedimiento estándar en Aragca cuando ocurren este tipo de casos horrendos - manifestó Carbonell dando un golpe triunfal en la mesa.
- Es una excelente línea de acción - contestó Ada, un tanto maravillada de ver a Carbonell tan enérgico y a un paso del triunfo - ¿Cuándo empezamos?
- Decretar el estado de sitio, quizás fue bastante útil en el pasado; sin embargo, en este caso tal vez algún otro tipo de medida deberíamos seguir. Me refiero a que si utilizamos este tipo de tácticas enérgicas, sea quien sea que esté detrás del asesinato de los jueces podría reaccionar y quedar advertido de que vamos tras la pista. Si usamos unos métodos algo más discretos, nos serviría para que el culpable o los culpables tomen confianza, crean que estamos sin nada en la mano y así den un falso paso y se delaten solitos. Un crimen de ese estilo no es fácil de mantener en la penumbra - aseveró Boris mirando de modo desafiante a Ada y a Carbonell, los cuales no podían disimular el gesto de enojo que les causó la perorata de su compañero.
- Siendo así, creo que puedo ayudar con algo que recuerdo acerca de un paciente que tuve mucho tiempo atrás, que solía tomar sus terapias vestido de payaso - interrumpió el Dr. Ayahuasca como para aliviar un tanto la incómoda tensión que se estaba formando en el cuarto (en ese momento la estatua de Zaida hizo también un gesto de enojo, imperceptible para el grupo de héroes).
- Eso suena bastante interesante, ¿cómo va eso, Doc? - agregó Ada.
- Se trataba de un Conde bastante excéntrico él, aunque culto y experto en muchos temas, en especial se había dedicado al esoterismo, formo parte de cultos extraños y a la investigación de hongos exóticos. En especial, es solo una de las 3 personas que han cultivado el Perfingirus Mycelium. Las otras dos ya murieron hace tiempo.
- Hay muchos condes y duques bastante excéntricos y raros, ¿cuál de todos es el que debemos investigar? - prosiguió Carbonell con aire interesado.
- Su altísima majestad el Conde Vlad Bathory - informó el Doctor.