El que fuese uno de los dos símbolos arquitectónicos de las olimpiadas de Pekín, parece que por fin ha encontrado una utilidad tras el evento deportivo. El edificio que costó 75 millones de Euros, ahora recibirá otros 20, para dotarle de 11 toboganes que alcanzarán hasta 30 metros de alturas. Además, una de sus piscinas se acondicionará para la creación de olas y se acometerán las reformas necesarias para abrirse al gran público, aunque aseguran que la piscina principal seguirá acogiendo competiciones. Los directores del recinto esperan la visita de 5000 personas diarias y hasta 1´8 millones de usuarios durante el primer año, a un precio de 3€ la entrada. Esto es resultado de la falta de previsión por parte de China, pues más allá de la ceremonia de clausura de los JJOO, no ha sabido nunca qué hacer con las infraestructuras creadas. Estas fueron diseñadas y construidas para deslumbrar al mundo con el poderío tecnológico y económico de la nación asiática, no para dotar de nuevos servicios tras el evento a la capital. Fuente: Diario de Navarra