La legumbre mediterránea por excelencia
Acerca de…
El garbanzo -cicer arietinum- es un cultivo de origen mediterráneo, del entorno grecoturco. Poco a poco se difundió hacia la India y hacia la zona oeste, y a el continente americano tras su descubrimiento.
Se trata de una leguminosa de mediana altura, con flores blancas que originan vainas en cuyo interior hay dos o tres semillas que se deben dejar secar al sol para poder ser consumidas. Las variedades de garbanzos son pocas y se diferencian sobre todo por el tamaño.
Algunas de las propiedades de los garbanzos son su gran contenido en proteínas, hidratos principalmente, potasio, fósforo, magnesio y sodio, además de fibra.
Para su cultivo se planta en suelo silicio-arcilloso. Hay que tener en cuenta que sus raíces se ramifican mucho y profundizan de manera considerable para obtener mejor los nutrientes, es por ello que recomiendan que el suelo esté bien cavado antes de sembrar.
Siembra y cuidados
Es una planta que no necesita prácticamente abono y se adapta fácilmente a todas las condiciones climáticas. En cuanto al riego debe ser moderado y hay que evitar los encharcamientos, pues es una planta que acepta bien los suelos casi secos.
La siembra en el mediterráneo suele realizarse en primavera para así recoger los garbanzos a finales de verano. Se separan las hileras unos 40 centímetros entre ellas y de 10 o 15 cm entre semillas.
Cosecha
El momento adecuado de la cosecha es cuando la planta adquiere un color amarillo y comienza a secarse. Cuando llegue el momento de recogerla se debe cortar toda la planta y dejarla secar al sol.
Después hay que trillarla o varearla, es decir, separar los granos de los tallos y las vainas.