Revista Deportes
* Les animo a que se introduzcan en la visión, año 1969, muy particular de Juan De Málaga, -casi crítico non grato en este blog a partir de ahora-, de la Época de Oro del Toreo, que tanto concuerda en género y número con los abolicionistas de la esencia taurómaca, los flamenquines del G-7 y sus correligionarios. Desde aquí defendemos, hasta el final, sea cual sea, la certeza absoluta de que en la Tauromaquia siempre hubo fraude, espabilaos y borregos; pero también lidiadores al servicio del arte, toros encastados y taurinos con señorío. Aquella Fiesta no fue perfecta, pero es que ésta, simplemente, no tiene un pase...
Juan De Málaga El RuedoEnero, 1969
LAS `HABAS´ DE LA ÉPOCA DE ORO DEL TOREO
Desgraciadamente, aunque por lógica ley de vida, quedamos muy poquitos de los que sabemos bien por qué pasó a la historia, con el nombre de Epoca de Oro del Toreo, la de Joselito y Belmonte, y no hablamos de ella por referencias, sin haber visto siquiera a `La Maravilla de Gelves´y, sólo en sus reapariciones, a `El Ciclón de Triana´. Claro que esto no nos parece mal, porque también nosotros hablamos de Lagartijo, Frascuelo y Guerrita sin haberlos visto, y , de igual modo, otros escritores, de los Reyes Católicos, de Cristobal Colón y hasta del Rey Herodes, que en estos días citamos casi todos los que pertenecemos al periodismo.Lo que no nos parece tan lógico es que esos nuevos `joselitistas´y `belmontistas´nos quieran hacer creer que, en la época de la inolvidable pareja todas las corridas eran magníficas, todos los toros cinqueños y con grandes defensas y que los públicos salían todas las tardes entusiasmados de las plazas. Y no sólo no lo creemos lógico, sino que es falso, porque también en aquella época `se cocieron habas´.Se la llamó de Oro, justamente porque, desde la retirada del Guerra, en las corridas, lo atrayente y lo que prevalecía era el toro-toro, y ya conocen ustedes la frase de que `cuando el toro es chico, es porque los toreros son grandes, y viceversa.´Joselito, primero, y Belmonte, después, llegaron cuando quienes mandaban eran Ricardo Bomba y Machaquito, artista uno y temerario otro; pero que sólo llenaban plazas en los días de corridas de Feria, y éstas no llegaban, ni siquiera en Madrid, Valencia y Sevilla, a la media docena de espectáculos. El número de esos aumentó con José y Juan; la pasión entre los aficionados llegó a límites que no había tenido nunca, y los honorarios de las dos grandes figuras aumentaron gigantescamente, en dos mil pesetas, a los mil `durazos´que cobraba Guerra.Pero nada de esto quiere decir que la gente saliera siempre encantada de la plaza, que los toros fueran grandes y que nuestra gran Fiesta no tuviera males parecidos a los que hoy tiene, y que algunos viejos y chocheantes aficionados, y otros jóvenes, aunque también viejos de espíritu, creen que acabarán con ella.Recuerdan ustedes el primer mano a mano de Joselito y Belmonte celebrado en nuestro circo de La Malagueta, del que salieron defraudados todos los críticos madrileños que a Málaga vinieron, y, entre ellos, el entrañable Curro Castañares -que, como yo, en mi `Sur´, EL RUEDO y la Radio, sigue él escribiendo de toros en `Ya´-, que tituló su crónica en el semanario `The Kon Leche´, `Un mano a mano con monos monos.´El propio Juan, en el libro que le escribió Manolo Chaves Nogales, al que no pocas veces me he referido y sospecho que todavía tendré que hacerlo muchas más, decía: `Los públicos empezaban a cansarse de nosotros, precisamente por la sensación de seguridad, de dominio y de eliminación del riesgo que habíamos conseguido dar. Esto como digo, era todavía más grave para Joselito que para mí, porque daba más aún que yo la sensación de que toreaba impunemente. Y aquel torero que había gozado como ninguno del favor de los públicos se desesperaba al ver que las multitudes se volvían injustamente contra él. La gente veía que una vez, y otra, y veinte, y cientos, llenábamos las plazas y cómo ni a Joselito ni a mí nos mataba un toro, empezó a considerarse defraudada hiciésemos lo que hiciésemos. Tal sensación de seguridad dábamos en los ruedos, que el espectador llegó a creer que lo estábamos robando´. Eso el espectador -agrego yo-, que en los periódicos también se escribió de ellos cosas parecidas a las que hoy se dicen de Ordoñez, Cordobés, Camino, Puerta y demás figuras del toreo. Incluso se habló de afeitado de los toros y la prueba la ofrecemos en esa portada, reproducida de un semanario taurino que se titulaba como el diario londinense, porque en aquella época se pusieron de moda los títulos raros, con abundancia de `K´: `The Kon Leche´, `Kafé con Media´ y `The Times´, que no tiene `K´, pero tampoco la menor relación con asuntos taurinos.Y no era sólo en los semanarios donde aparecían acusaciones y críticas contra Joselito y Belmonte, pus el propio Corrochano, el amigo querido y admirado compañero nuestro, escribió en ABC una crónica de su visita al encerradero de Los Merinales, refiriéndose al cajón que vio preparado para lo que entonces se llamaba, modestamente, el arreglo de las reses, consistente en igualar los pitones, quitándole a uno lo que le sobraba con relación al otro y a éste lo que le había quedado de más, por error de apreciación en la operación primera.Nada de esto quiere decir que estemos conformes conque sigan los actuales males de la Fiesta, que deben ser evitados a toda costa, pero sí que no se escandalicen algnuos de los que conocieron y que se empeñan en convencer a la gente de que antaño todo era perfecto, y sólo lo de ahora merece críticas, pretendiendo llevar al ánimo de las gentes que en el negocio taurino todos se dedican a estafar al público. O sea, lo que ya decía Belmonte en su libro de los espectadores taurinos en la justamente llamada `Epoca de Oro del Toreo´