UNO.- El veto de la CUP a Artur Mas como President de la Generalitat tendrá más efectos que los analizados hasta ahora en la política española. La CUP se mueve sobre dos ejes: el anticapitalismo y el independentismo, y ha privado el primer componente sobre el segundo. Y ha establecido, de manera real, una práctica irrenunciable en las formaciones políticas: las decisiones importantes se toman debatiendo y votando las bases.
DOS.- El PP y el PSOE han respirado aliviados ante esta medida. La consolidación del proceso independentista catalán, bravuconadas unionistas y patrioteras aparte, les habría debilitado seriamente sus posibilidades electorales a corto y medio plazo. Y después de agotar epítetos sobre la “ingobernabilidad” de Catalunya, la repetición de unas elecciones generales es el escenario futuro más probable.
TRES.- El PP y Mariano Rajoy repiten como un trantra que “debe gobernar la lista más votada” y le atribuyen todo un conjunto de virtudes a esta posibilidad: “estabilidad”, “democrática”, “necesidad económica del país”. Olvidan que si bien es cierto que el 28 % de los españoles los han votado, no menos cierto es que hay un 72 % -sin contar abstencionistas- que no lo han hecho. Por lo que se puede decir que 3 de cada 4 votantes no han votado al PP ni a Rajoy, y que el hecho de que no fuera el próximo presidente de Gobierno, no era menos, sino de más cualidad y calidad democrática.
CUATRO. La derecha del PSOE (que ya es decir) se están movilizando, con Susana Díaz, como supuesto icono triunfador en contra de un posible pacto del sector del partido que vería favorable un acuerdo con Podemos y otras fuerzas de izquierda. La inercia estatalista del PSOE, cuajada en tantos años en el poder, con sus inevitables secuelas de corrupción y derechización ideológica, se pone al descubierto con una evidente carencia de alternativa. Son más de lo mismo. Y a este “lo mismo” ya lo conocemos. Demasiado.
CINCO.- La línea de deriva política de Susana Díaz, pactando con el centro-derecha en Andalucía, con declaraciones y actitudes de “patrioterismo hortera” y escalando con descaro en dos direcciones: el mando en su partido y en una candidatura socialista futura, es vista sin denuncia por parte de la caverna mediática y el microcosmos de profesionales de la política. Nunca tanta ambición, al descubierto, había dado para tan poco.
SEIS.- Hace falta muy poca inteligencia, o mucha mala fe, para no darse cuenta que la supuesta línea roja de un referéndum soberanista en Catalunya no es ninguna condición insalvable para un acuerdo de Podemos con la autollamada “izquierda” que representa el PSOE. La propuesta clara de Iglesias y de Podemos es: resolvamos el problema de Catalunya haciendo un referéndum que ganaremos (para el no).
SIETE.- En unas muy probables nuevas elecciones generales nos encaminaremos hacía un nuevo bipartidismo imperfecto: El PP se comería a buena parte del electorado de Ciudadanos y Podemos sobrepasaría al PSOE, sorpasso y expectativa razonable por ver el papel y la ejecutoria de Podemos como principal alternativa opositora.
OCHO.- Los próximos días nos pueden reducir las diferencias entre posibilismo y política real. La composición de la Mesa del Parlamento y la elección de su presidente nos van a sacar de la duda de si hay una dialéctica exclusivamente para uso en las campañas electorales o tiene alguna relación con la realidad. Me refiero a si había una voluntad real de cambiar las cosas o sólo eran verborreas de usar y tirar durante quince días.
NUEVE.- Lo que en otro tiempo se llamó “los poderes fácticos”, están desarrollando una importante presión para que el conservadurismo más feroz y retrógrado siga gobernando este país y prosigan sus políticas de austeridad y recortes de derechos políticos y sociales. Da auténtica vergüenza ajena comprobar las campañas de descrédito a los partidos, a los posibles pactos, añorando una realidad de mayorías absolutas y “ordeno y mando”. Democracia es esto. Dialogar, parlamentar, convenir, acordar, inclusive pactar. Lo otro son remedos de lo que es su esencia –nunca abortada-: la dictadura y su espíritu.
DIEZ.- En menos de una semana se tiene que definir si la preocupación principal de los que aspiran a gobernar a su país es atender a lo que el acertado diagnóstico llama “emergencia social” o se limita a ocupar, pasivamente, sillones y cargos. Aquí lo resistiremos todo, pero ellos, tienen el riesgo de morir intoxicados por un poderoso veneno: el poder.
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