Revista España
Si pudiera elegir un lugar para vivir en Madrid, no tendría dudas, el sexto piso del número siete de la Plaza de Oriente. Si ya de por sí el entorno es un lujo, desde la terraza las vistas deben ser increibles.
Imagino levantarme un día cualquiera y salir al balcón bostezando, soñolienta paraver como despiertan los jardines y el Palacio Real. Podría desayunar en la terraza un buen zumo de naranja y un croisant mientras observo como un aspirante a actor comienza a transformarse en ángel, árbol, hombre de hojalata... o como un músico empieza a afinar su violín, guitarra, chelo...
Hablando de croasanes.... fue durante el corto y problemático reinado de José Bonaparte -Pepe Botella para los amigos- cuando comenzaría a fraguarse el principio de lo que es hoy la plaza. Fue él quien decidió derribar las manzanas de casas medievales del entorno del Palacio para construir una gran avenida al estilo de las parisinas. Después de varios proyectos e ideas sería reinando Isabel II cuando tomaría la forma definitiva según el diseño del arquitecto Narciso Pascual y Colomer. Este suprimía cuatro de las seis manzanas de viviendas dispuestas alrededor de la plaza de anteriores planos para dejarlas en solo dos, una a cada lado del teatro.
El edificio al que yo me refiero es el central de la del lado izquierdo, el de color vainilla con "sombrero", y comenzó a construirse en 1851.
Situado junto al Teatro Real no es de estrañar que aquí viviesen artistas como el pianista y director de orquesta José Cubiles, el tenor Julián Gayarre, el poeta chileno Vicente Huidobro y hasta el mismísimo Verdi cuando estrenó en Madrid su ópera "La forza del destino", en 1863, por cierto basada en la obra de teatro "Don Alvaro" del español Duque de Rivas.
(Escribir en el blog me está enseñando más que el libro gordo de Petete, unas cuantas entradas más y estaré preparada para concursar en Saber y Ganar...)
Ahora en verano, en las últimas noches de mis cortas vacaciones, me gusta pasear como si fuera una guiri más por la que considero una de las plazas más romántica, monumental y admirada de la villa. Y miro hacia la terraza del edificio color vainilla, el del sombrero, pensando que quizá algún día viviré allí.
¿Y tú, que lugar elegirías?